El mundo enfrenta un desafío nunca antes visto en términos sanitarios, que ha impactado enormemente la actividad económica. La economía colombiana no ha sido ajena a semejante choque, que se ha manifestado en los resultados de las magnitudes macrofiscales conocidas. Los efectos sobre la pobreza serán catastróficos y requerirán especial atención por parte de la política económica

Actividad económica

El crecimiento del PIB de Colombia durante el primer trimestre de 2020 alcanzó 1,1 %, en tanto que un año antes Colombia había crecido 2,9 %. Este resultado tiene que ver con la ocurrencia de dos choques externos: el primero de ellos originado en la crisis sanitaria creada por la pandemia COVID-19, que obligó al gobierno a imponer un periodo de estricto confinamiento, lo cual se reflejó en una fuerte caída de oferta agregada que se transmitió rápidamente a la demanda.

El segundo choque es la abrupta caída de los precios del petróleo causada, entre otros factores, por desacuerdos geopolíticos y por la menor demanda mundial. Esto tiene un gran impacto en la economía y en las finanzas públicas, debido a la alta dependencia del petróleo y el carbón, que además plantea retos complicados para los próximos años en la medida en que la demanda futura de estos productos es incierta.

El modesto resultado del PIB provino de un comportamiento heterogéneo de los diversos sectores económicos: los mejores resultados se obtuvieron en aquellas actividades relacionadas con la producción y la distribución de bienes esenciales y en la prestación de servicios públicos; y los peores provinieron de las actividades de entretenimiento  y turismo (cuadro 1). Sectores tradicionales, como industria, comercio, construcción y minería registraron baja dinámica, mientras que la agricultura sobresalió como el sector de mejor desempeño.

Desde el punto de vista del gasto, la demanda interna redujo su dinámica como consecuencia del menor consumo de los hogares y del gobierno y de una importante caída de la inversión (FBK). (Cuadro 2)

Las proyecciones de crecimiento para el resto del año son pesimistas, tal como se muestra en el cuadro 3, que recoge estimativos de diferentes entidades.

Mercado laboral

El impacto de la pandemia y las medidas de cuarentena se han reflejado con toda intensidad en el mercado laboral. La tasa de desempleo a escala nacional alcanzó en mayo el 21,4 %, mientras en el ámbito urbano fue del 24,5 %. Si a los 4,6 millones de personas desocupadas se suman los 3,2 millones que desde marzo pasaron a ser inactivas, pero aún están vinculadas al mercado laboral, la tasa de desempleo ascendería a 31,4 %. (Gráfica 1)

En la medida en que la tasa de desempleo no disminuirá tan rápidamente, debido al cierre parcial o total de algunas empresas y al lento ajuste entre la recuperación de la producción y el uso de fuerza de trabajo, se propone un programa de empleo garantizado por parte del Estado, tal como se detallará más adelante.

El sector externo

El desbalance en las cuentas externas de Colombia en el primer trimestre de 2020 se manifestó en un déficit en la cuenta corriente equivalente al 3,7 % del PIB, inferior al 4,5 % alcanzado en el mismo periodo de 2019.

El menor déficit en cuenta corriente estuvo explicado por cuatro razones principales: (i) un descenso en el déficit en la cuenta de renta de factores originado por menos trasferencias al exterior de utilidades obtenidas por la IED1 en Colombia; (ii) mayores ingresos por transferencias corrientes debido al incremento de las remesas de trabajadores; (iii) la reducción de los pagos de intereses por créditos externos, y (iv) menores egresos por rentas vinculadas a las inversiones de (Gráfica 2)

Los efectos de la pandemia se reflejaron en las cifras de exportaciones de mayo de 2020. En comparación con el mismo mes de 2019, la reducción alcanzó 40,3 %, mientras que en el acumulado enero-abril la disminución es del 25 %. La causa de dicho fenómeno obedece al impacto de la pandemia y al grave deterioro de los precios internacionales del petróleo.

La financiación del déficit en cuenta corriente se realizó a través de la cuenta de capitales de la siguiente manera: (i) un aumento de los ingresos de capital extranjero originado, principalmente, en un incremento de la inversión extranjera directa, y (ii) incremento de créditos.

Tasa de cambio y precios del petróleo

Desde mediados de marzo, dos hechos comenzaron a afectar notoriamente el valor de la moneda: la expansión de la epidemia de coronavirus y la fuerte caída de los precios internacionales del petróleo originada, principalmente, en el desacuerdo entre Arabia Saudí y Rusia. (Gráfica 3)

Desde fines de mayo de 2020, el fenómeno de devaluación se revirtió y el peso colombiano comenzó a ganar terreno frente al dólar.

Inflación

Por su parte, el precio del petróleo Brent se ha venido recuperando, gracias a la paulatina apertura  de las economías, sobre todo de Asia, Europa y Estados Unidos, lo que ha generado mayor demanda del crudo.

Los datos más recientes de inflación reflejan una caída de la demanda y la desaceleración de la  economía, lo que llevó a la variación del IPC a terrenos negativos en los meses de mayo y junio. La inflación total anualizada se redujo al 2,19 % en junio, cuando un año antes se encontraba en 3,4 %. El promedio de la inflación básica se ubicó en 2,03 %. (Gráfica 4)

Política monetaria y crédito

El Banco de la República ha respondido ante la crisis utilizando activamente algunos instrumentos convencionales, tales como: (i) reducción en 150 pb2 la tasa de interés de política monetaria; (ii) realización de operaciones transitorias de liquidez para los intermediarios financieros con cupos diarios de Repos;3 (iii) intervención en los mercados de derivados de tasa de cambio.

La mayor liquidez del mercado no se ha traducido en un aumento del crédito ni en una reducción de las tasas de interés de colocación del sistema financiero. En el caso de la cartera comercial preferencial, los desembolsos semanales registran una tendencia decreciente desde fines de marzo de 2020. (Gráfica 5)

Finanzas públicas

El impacto de la COVID 19 en la economía tendrá como efecto un elevado déficit fiscal y el aumento de la deuda para 2020, producto de una caída de los ingresos tributarios, la devaluación y la ampliación del gasto para atender la emergencia sanitaria y apoyar al sector productivo y a la población.

Dada la suspensión de la regla fiscal y el crecimiento estimado por el Comité Consultivo de la Regla Fiscal (CCRF) y el Marco Fiscal de Mediano Plazo 2020 (MFMP20)- (5,5 %) 4, el déficit sería de 8,1 % en 2020 del PIB, similar al previsto por la OCDE5 y muy diferente al 2,2 % del PIB del Marco Fiscal de Mediano Plazo 2019-MFMP19. (Gráfica 6)

4 CCRF (2020). Comunicado oficial. Mayo 4 de 2020

5 OCDE (2020). Economic Outlook. June 2020.

En cuanto al nivel de deuda/PIB en 2020 estará alrededor del 65,0 %, que supera en más de 12 puntos porcentuales del PIB al que estimaba el MFMP19, lo cual establece una base mayor para la senda de la deuda a mediano plazo 6.

Prospectiva y recomendaciones

Para 2020, la caída de exportaciones por el choque petrolero, la reducción de importaciones, la caída de remesas y la IED presionarían al alza la tasa de cambio, convirtiéndose esta en la principal variable de ajuste macroeconómico

La reducción de la tasa de política monetaria7 y el rezago en la transmisión de esta a las tasas de crédito de la banca privada, en un contexto de menores precios, podría estar configurando lo que se conoce como la “trampa de liquidez”,8 lo cual tornaría ineficaz la política monetaria para elevar la demanda agregada, función que quedaría a cargo de la política fiscal.

La tasa de desempleo, por su parte, estará por el orden del 14 % al 15 %.9 Aunque los programas de renta básica ayudan a paliar la pobreza y la disminución de los ingresos, como en las circunstancias actuales, es indispensable la adopción de programas directos que contribuyan a aumentar la producción y el empleo.

Una propuesta de varios autores en este sentido es la denominada trabajo garantizado,10 que consiste en proveer empleo decente a un pago decente a las personas que quieran y estén en disponibilidad de trabajar. Sería de carácter permanente, a cargo del Presupuesto General de la Nación y ejecutado por los gobiernos locales. El programa aumentaría la demanda agregada y reduciría recursos para otros programas sociales.

El costo de contratar a los desempleados e inactivos a mayo (7,8 millones de personas) a un salario mínimo mensual durante los seis meses que restan del año, sería del 4,3 % del PIB. No obstante, el costo anual disminuiría a un rango entre el 1,5 % y el 2,9 % del PIB, dependiendo de la cobertura del programa y del grado de recuperación del empleo en el sector privado y la reducción de personas inactivas.

En cuanto a las finanzas públicas, un aspecto en el que aquí se insiste es el hecho de que la sostenibilidad de la deuda depende, fundamentalmente, del crecimiento económico, en el cual la política fiscal puede incidir de forma significativa, y de la tasa de interés real, en cuya determinación el Banco de la República tiene un rol importante, ya que la tasa de política monetaria influye de manera importante en la tasa de los TES.

El gasto público debe orientarse a la transformación productiva, y la tributación al desmonte de las exenciones y deducciones y al objetivo de la redistribución del ingreso.

Por otro lado, la restricción externa, originada en la limitada capacidad de generar ingresos en dólares por la concentración de las exportaciones en materias primas, sumada a la dependencia de importaciones de bienes intermedios y bienes de capital, afecta negativamente la sostenibilidad de la deuda.

El aumento del endeudamiento externo público en el marco de la pandemia elevará aún más los pasivos de la economía, que en 2019 representaban el doble de los activos, aspecto que en el futuro va a plantear dificultades para garantizar el pago del servicio de dicha deuda sin tener el correspondiente nivel de ingresos en divisas para cumplir con tales obligaciones.

Conclusiones

Debido a la limitación de la política monetaria frente a la crisis económica, se requiere un programa de empleo como el que aquí se propone, y una política de gasto público y tributación proclive al crecimiento y a la redistribución del ingreso. Esto garantizará la sostenibilidad de la deuda en los próximos años, un menor endeudamiento externo y, por ende, una menor vulnerabilidad externa.

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