EN LOS ÚLTIMOS AÑOS, los avances en materia de inclusión financiera en Colombia han sido significativos gracias, en parte, a las estrategias de transformación digital e innovación del sector. De igual manera, las dimensiones de calidad y bienestar de la inclusión financiera se han visto impactadas positivamente por las innovaciones en diseño de producto y canales de interacción que han mejorado la experiencia de usuario en términos de eficiencia y usabilidad.

Este artículo repasa y resume los desarrollos en materia de inclusión financiera en el país en los últimos años destacando sus avances y principales retos, resaltando el papel de la innovación y la transformación digital del sector para el cierre de las brechas existentes en segmentos específicos como mujer, jóvenes, ruralidad y MiPymes. La inclusión financiera de personas y empresas es un habilitador para mejorar la eficiencia económica, aumentar el bienestar de la población y luchar contra la pobreza (Dinova & Adebowale, 2018 en Ibrahim & Aliero, 2020).

El acceso a productos y servicios financieros de calidad permite que el consumidor conecte con el circuito económico formal al permitirle hacer transacciones fáciles y de bajo costo, a la vez que evade los problemas causados por acudir a soluciones financieras informales o ilegales que retrasan o impiden alcanzar estas metas De esta manera, la transformación digital y la innovación son aliados para permitir al sector ser más costo-eficiente en la entrada a segmentos de mercado desatendidos, reducir los tiempos de llegada a los consumidores, y ofrecer servicios con una excelente experiencia de uso.

Los desarrollos en materia de transformación digital e innovación se han convertido en parte fundamental de la estrategia organizacional de los jugadores del sector quienes han dedicado importantes recursos en la promoción de cambios de mentalidad y cultura, lo que ha resultado en la puesta en marcha de ideas innovadoras con efectos claros en el mercado. Muestra de esta apuesta competitiva son los $360 mil millones invertidos por el sector en 2001 en investigación, desarrollo, e innovación, además del despliegue de espacios para fomentar la innovación tales como laboratorios de innovación, fábricas de innovación, aceleradoras e incubadoras, entre otras.

Estas políticas se complementan con la puesta en marcha de incentivos para la innovación y desarrollo para los empleados, implementadas por el 55 % de las entidades. Tal estrategia se ha visto complementada también por la visión del sector en la que el 52% de las entidades ha tomado medidas para promover el Open Banking (Asobancaria, 2022).

Resultado del esfuerzo en transformación digital e innovación, durante los últimos años el país ha avanzado de manera decidida en materia de uso y acceso a los servicios financieros. Para el tercer trimestre de 2022, 34.5 millones de adultos ya tenían acceso a un producto financiero formal, lo que representa un 92,1% de la población adulta y un crecimiento promedio anual de 2,9% desde 2016.

En paralelo, 29.1 millones de adultos, o el 77,7% de la población adulta del país, usan regularmente sus productos financieros lo que significa un aumento promedio anual de 2,6% desde 2016 (Gráfico 1.). A pesar de los avances, aún existen brechas de inclusión financiera que el sector debe reducir, en particular en los segmentos de mujeres, ruralidad, jóvenes y MiPymes. Para el tercer trimestre de 2022, la brecha de género alcanzó los 6,8 puntos porcentuales, un aumento sustancial respecto de 2017, cuando la brecha era tan solo de 1,1 puntos porcentuales.

El comportamiento de esta brecha es objeto de estudio, pues si bien el acceso ha crecido tanto para hombres (de 80,1% en 2017 a 95,3% en 2022-Q3) como para mujeres (de 79% a 88,5% en el mismo periodo), el aumento de la brecha se da porque el acceso a productos financieros por parte de los hombres ha crecido en mayor medida que el acceso de las mujeres (Banca de las Oportunidades, 2022).

Esto contrasta, además, con el acelerado aumento de la tenencia de productos digitales, en donde la brecha de tenencia de productos es casi inexistente entre géneros (Banca de las Oportunidades, 2022). Cuando se analiza la dimensión geográfica de la inclusión financiera se observa un incremento en el acceso a servicios financieros en la ruralidad, pasando de 65,1% a 69,8% entre 2017 y 2022-Q3.

En contraste, el acceso en ciudades y aglomeraciones creció más rápido, lo que resultó en una ampliación de la brecha urbano-rural. Así, la inclusión financiera medida como acceso creció más de 11 puntos porcentuales en las zonas urbanas mientras que el crecimiento en las zonas rurales fue de tan solo 4,7 puntos porcentuales. Este panorama es aún más difícil si se analiza el comportamiento de las zonas rurales dispersas, donde solo creció 0,7 puntos porcentuales desde 2017 y se ubicó en 55,4% en septiembre de 2022 (Banca de las Oportunidades, 2023).

Frente a la inclusión financiera de los jóvenes (entre 18 y 25 años), se evidencia un alto crecimiento en la métrica de acceso de 37,3 puntos porcentuales desde 2017. Así, en el 2022-Q3 el 91,2% de las personas en este grupo de edad alcanzaron acceso a un producto financiero. De esta forma, los adultos más jóvenes son el segundo grupo etario que ha tenido más avance en términos de inclusión financiera, solo precedido por los adultos mayores de 65 años.

La inclusión financiera de las MiPymes encuentra dos retos. De un lado, fenómenos como la ilegalidad y la informalidad hacen que sea difícil conocer de primera mano la realidad de estas unidades económicas y con ello el diseño de productos que se ajusten perfectamente a sus necesidades. De otro lado cuando se analiza la cartera óptima del sector financiero se muestra que el financiamiento a las MiPyme tiene un alto potencial de crecimiento que está por ser explotado.

En la actualidad la cartera empresarial alcanza el 26,6% del PIB y podría llegar al 36,2%. Al desagregar este posible crecimiento, se encuentra que la cartera MiPyme podría llegar a representar el 10,1% del PIB en condiciones óptimas (un aumento de 6,2 puntos porcentuales) (Asobancaria, 2022a)

Transaccionalidad y Ahorro

El tener acceso a cuentas de depósito y transaccionales le permite a personas y empresas tener mayor probabilidad de (i) usar otros servicios financieros como el crédito y los seguros, (ii) invertir en educación o salud, (iii) administrar riesgos y (iv) superar conmociones financieras (Banco Mundial, 2022).

Estos productos son el primer paso para la inclusión financiera y la adquisición de productos financieros más complejos. De igual manera, el acceso a servicios financieros de depósito disminuye los costos del uso de efectivo, facilitando el día a día de personas y empresas, y su uso continuo genera capacidades financieras al ayudar a familias y empresas a planificar sus objetivos de largo plazo y poder reaccionar ante emergencias.

En 2022-Q3, el país alcanzó un indicador de acceso a productos de depósito y transaccionales del 90,9% (75% uso), con lo que 34 millones de personas en el país tienen al menos un producto de depósito en el sistema financiero.

Al desagregar la tenencia de estos productos se evidencia la importancia de las cuentas de ahorro digitales en el acceso al sistema financiero. Para septiembre de 2022-Q3, un total de 29.7 millones de personas tuvieron cuentas de ahorro, de las cuales 23 millones accedieron a un depósito de bajo monto (DBM), que de acuerdo con el decreto 222 de 2020, agrupa las anteriores cuentas de ahorro electrónico (CAE), productos de ahorro de trámite simplificado (CATS) y depósitos electrónicos (DE). Así, en menos de cinco años la transformación digital del sector financiero ha contribuido efectivamente al aumento de la tenencia y uso de las cuentas transaccionales a través de la oferta de productos de ahorro digitales -Gráfico 2.

Brechas de Ahorro

A pesar de los avances que ha tenido el país en el acceso a productos de depósito, aún persisten retos para lograr que toda la población tenga al menos uno de estos productos. En particular, las mujeres, las zonas rurales y los jóvenes tienen un menor acceso a productos de depósito cuando se compara con la métrica de acceso del país -Gráficos 3 y 4.

Para 2020, del total de productos financieros de depósito, el 52,3% del total le pertenecía a los hombres y el 47,7%, a las mujeres, lo que contrasta con la tenencia de depósitos de bajo monto, en los que las mujeres superan a los hombres en 1,7 puntos porcentuales, evidenciando una penetración superior de esto productos en el segmento de mujeres (Banca de las Oportunidades, 2022).

Es de resaltar el rápido aumento de la tenencia de productos de depósito de los jóvenes: desde hace varios años pasaron de ser el grupo con menor acceso a productos de depósitos, con solo el 54,5% en 2018, a igualar el acceso de la población de 25 a 40 años (un aumento de 31,2 pp). En cuanto a uso, las cifras también muestran aumentos en el uso de todos los grupos de edad, en especial en el grupo de 18 a 25 años.

En cuanto al tipo de producto de preferencia de cada grupo, la evidencia muestra que los depósitos de bajo monto y los productos digitales son preferidos por los jóvenes, mientras que los productos tradicionales como las cuentas de ahorro y corriente son preferidos por los adultos mayores de 26 años (Banca de las oportunidades, 2022). Para la tenencia y uso de productos de depósito y transaccionales en la ruralidad, las cifras de nuevo muestran aumentos significativos en su acceso y uso en este segmento de la población durante los últimos años.

No obstante, la brecha urbano-rural persiste. Al cierre de 2021, mientras que el 97,6% de la población adulta que vivía en ciudades y aglomeraciones contaba con al menos un producto de depósito (24.3 millones), en los municipios intermedios este indicador sólo llegó al 75,7% (4.7 millones de adultos), en los rurales al 67,7% (2.4 millones), y en los rurales dispersos al 55,2% (1.2 millones) (Banca de las oportunidades, 2022).

Oportunidades para Cierre de la Brecha de Ahorro

Han sido grandes los avances en materia de inclusión financiera vía productos transaccionales y de ahorro. La efectiva estrategia de transformación digital de los nuevos actores en el sector como de los ya consolidados, se ha apalancado principalmente en herramientas digitales confiables, seguras y eficientes.

Como se señaló, las CAE y las CATS se han desarrollado como instrumentos de inclusión financiera, pues reducen drásticamente las barreras de entrada para nuevos clientes. Estos productos permiten realizar pagos y transacciones de forma segura y construir historiales de información que les permiten transitar a otros productos financieros como el crédito formal.

>Resultado del esfuerzo en transformación digital e innovación, durante los últimos años el país ha avanzado de manera decidida en materia de uso y acceso a los servicios financieros.

La facilidad de apertura y manejo de estos productos los han hecho populares entre los consumidores financieros. Al analizar su evolución, vemos que para 2020 las CATS representaron más de un cuarto del total de la tenencia de productos de depósito y transaccionales (Banca de las Oportunidades, 2021). La tenencia del producto tuvo un aumento significativo entre 2019 y 2020, creciendo 145% y alcanzando a 8.1 millones adultos.

Respecto al número de CATS activos, este indicador pasó de 1.9 millones en 2019 a 6.1 en 2020, evidenciando un crecimiento del 221%, muy superior a productos de depósito tradicionales. Por su parte, los DBM con características electrónicas, que hoy agrupa a los productos anteriores, han establecido requisitos de apertura simplificados sin la necesidad de presencia física del consumidor.

La regulación establece que esta figura, así como los depósitos a la vista a nombre de personas naturales, tienen la condición de que ni el saldo, ni el monto acumulado de las transacciones realizadas en un mes calendario excedan ocho salarios legales mensuales vigentes (SMLMV). Así, a septiembre de 2022, más del 80% de las personas que tienen estos productos los usan frecuentemente, lo que muestra que son el producto de ahorro preferido por parte de los consumidores para sus transacciones diarias.

Otra innovación relevante para cerrar las brechas son las billeteras digitales. Estas permiten la administración del dinero de forma virtual desde el móvil y realizar pagos de forma simple en cualquier momento. Además, en el país el desarrollo de las billeteras se ha materializado en casos de uso en los cuales las billeteras se convierten en tiendas virtuales.

Asimismo, algunos jugadores se están apalancando en modelos de Banking as a Service para ofrecer las funcionalidades de las billeteras a terceros de otros sectores económicos con el fin de simplificar los procesos de compra de sus clientes y ofrecer experiencias de compra sin fricciones.

Financiamiento

El acceso al financiamiento formal genera impactos positivos en el bienestar de las personas y las posibilidades de crecimiento empresarial. De cara a las personas, el acceso al financiamiento permite, entre otras, realizar procesos de inversión, administrar riesgos, superar conmociones financieras y generar una mentalidad de planificación, lo que mejora la calidad general de sus vidas.

Frente a las empresas se evidencia que impacta los niveles de inversión al apalancar la compra de activos productivos y permite mantener la liquidez, además, permea el crecimiento y disminuye la mortalidad empresarial (Banco Mundial, 2022). En cuanto al acceso a financiamiento de personas naturales, a septiembre de 2022 más de un tercio de la población adulta del país (13.5 millones de personas) tenían un producto de crédito.

La tarjeta de crédito (62,4%) y el crédito de consumo (56,7%) continuaron siendo los más adquiridos por parte de los colombianos con crédito. El tercer lugar lo ocupó el microcrédito, puesto que el 17,5% de los adultos colombianos contaban con este producto a septiembre de 2022 (Banca de las oportunidades, 2023). Al analizar el financiamiento empresarial se encuentra que los niveles de cartera actuales de este segmento se encuentran por debajo de sus niveles óptimos dadas las condiciones económicas y financieras actuales.

Los análisis muestran que los mayores aumentos en la cartera pueden provenir del segmento comercial, que en su nivel óptimo podría alcanzar 32,9 % del PIB (un aumento de 7.4pp respecto del actual), mientras que la cartera de microcrédito puede llegar a 3,3 % del PIB (un aumento de 2.2 puntos porcentuales).

A pesar de estos potenciales aumentos, el financiamiento de personas y empresas enfrenta barreras estructurales como la falta de información necesaria que permita un estudio de crédito que esté en línea con las normas de supervisión a los que están sujetas las instituciones financieras vigiladas.

Brechas de Financiamiento

Las brechas de financiamiento en el país se han potenciado a causa de los efectos negativos de la pandemia sobre la actividad económica, que resulta en reducciones de la demanda de crédito en todos los segmentos e impone presiones adicionales a aquellos con mayores vulnerabilidades. En particular, segmentos de difícil inclusión como las mujeres, jóvenes, el sector rural y las MiPyme se han visto afectados.

Las mujeres, los jóvenes y la población que habita las zonas rurales tienen retos especiales para acceder al financiamiento formal. Las cifras más actuales muestran que en 2021, a nivel nacional, el 34% de personas contaban con al menos un producto de financiamiento. Se destaca que las mujeres sólo alcanzaron el 32,4%, los jóvenes el 22% y en la ruralidad solo el 21,8%, lo que evidencia una brecha significativa en financiamiento en estos segmentos.

En cuanto al financiamiento por género en 2021, mientras que el 35,6% de los hombres tenía un producto de crédito, sólo el 32,4 % de las mujeres tenían acceso a este tipo de productos. Frente a 2020, a pesar de que en 2021 el número de desembolsos se incrementó tanto para hombres como para mujeres, el monto promedio desembolsado continuó siendo menor para mujeres en todas las modalidades de crédito (Banca de las Oportunidades, 2022).

Frente al acceso a financiamiento por rangos de edad, las personas entre 18 y 25 años tienen un menor acceso al crédito que los demás grupos, exceptuando las personas mayores de 65 años. Así, mientras que el 22% de personas entre 18 y 25 años contaba con algún producto de crédito en 2021, en adultos entre 26 y 40 años esta cifra se ubicaba en 36%, lo que refleja una brecha de 14 pp.

Esta brecha se profundiza más con las personas entre 41 y 65 años, donde el 42% tienen acceso al crédito. Por su parte, el financiamiento rural ha aumentado considerablemente en los últimos años, evidenciando en 2022 una colocación de créditos por más de $28.6 billones, lo que representa un incremento de 19% en las colocaciones anuales respecto a 2016 (Finagro, 2023).

Sin embargo, en materia de acceso a financiamiento de personas en la ruralidad, se observa que sólo el 18,9% de los adultos en la ruralidad alcanza financiamiento formal. Por su parte, mientras que en las ciudades y aglomeraciones el porcentaje de adultos con algún crédito llegó a 39,4% en 2021, en ciudades intermedias esta cifra se ubicó en 25,3% y en la ruralidad dispersa en 17,6% (Banca de las Oportunidades, 2022).

En cuanto al financiamiento empresarial en el país, dentro de las MiPyme los micronegocios son los que enfrentan mayores barreras de financiamiento. Los más recientes resultados de la encuesta de micronegocios del DANE muestran que en el país existen 5.3 millones de estas empresas, que comprenden desde los negocios unipersonales (autoempleo) hasta las empresas con 9 empleados, segmentos en los que están representados los diferentes niveles de informalidad empresarial.

>Para septiembre de 2022, un total de 29.7 millones de personas tuvieron cuentas de ahorro, de las cuales 23 millones accedieron a un depósito de bajo monto (DBM), que de acuerdo con el decreto 222 de 2020, agrupa las anteriores cuentas de ahorro electrónico (CAE), productos de ahorro de trámite simplificado (CATS) y depósitos electrónicos (DE).

La encuesta, además, revela que solo el 8,7% de los propietarios de micronegocios a nivel nacional reportó escasez en la provisión de servicios financieros; para centros poblados y rural disperso este porcentaje fue menor, y se ubicó en 7,3%.

A pesar de esto, esta encuesta pone de presente que los micronegocios desconocen las posibilidades de crecimiento empresarial a través de la inversión en activos productivos que ofrece el apalancamiento con el sector financiero. La encuesta también revela que una proporción importante de los micronegocios recurre al financiamiento informal (gota-a-gota) para resolver sus necesidades de capital de trabajo.

Oportunidades para el cierre de la Brecha de Financiamiento

Para mitigar estas brechas existentes, el Gobierno Nacional y la industria financiera trabajan de la mano para crear productos inclusivos que impacten el financiamiento de las poblaciones más desatendidas. Un ejemplo de esto es la estrategia de inclusión anciera llamada CREO, liderada por el Grupo Bicentenario para la Economía Popular y Comunitaria (EPC).

Esta estrategia tiene la meta de colocar más de un millón de créditos entre 2023 y 2026, realizando desembolsos por medio de Finagro y Bancoldex a través del sector financiero por más de 250 mil millones de pesos solo durante el primer año.

>La efectiva estrategia de transformación digital de los nuevos actores en el sector como de los ya consolidados, se ha apalancado principalmente en herramientas digitales confiables, seguras y eficientes.

Así, a través de un esquema de incentivos a la financiación por el buen pago y con garantías de crédito parciales silenciosas2 , se espera impactar de manera positiva la EPC en contra del gota-a-gota, entendiendo que son unidades económicas de baja escala subatendidas por el sector, de oficios mercantiles y no mercantiles, por lo general informales.

Al igual que con los productos de depósito, la innovación y la digitalización de la oferta de servicios del sector han sido los grandes promotores de los avances en términos de inclusión financiera crediticia en el país. En 2017 se creó el crédito de consumo de bajo monto para promover la inclusión de personas que no hayan accedido con anterioridad a un producto crediticio en el sistema financiero.

Cuenta con un proceso simplificado en el otorgamiento, tiene un cupo máximo de 6 SMLMV, puede tener carácter rotativo y no podrá ser ofrecido a través de sistemas de tarjetas de crédito. Esta modalidad se ajusta a las necesidades y condiciones de los segmentos de la población que tienen un perfil de riesgo más alto y les brinda un proceso de estudio y desembolso ágil y digital que los aleja del financiamiento informal.

Con la regulación expedida por la URF en el Decreto 1459 de 2022, se espera que se potencie la penetración de este producto, ya que ahora se permite la colocación del crédito de bajo monto sobre un conjunto más amplio de sujetos de crédito con lo que ya no será estrictamente a las personas que no hayan tenido un crédito previamente.

Canales de Atención

El acceso y uso de productos de depósito y crédito está fuertemente vinculado con la proximidad geográfica a un punto de atención del sector financiero formal, y si bien desde 2015 todos los municipios del país cuentan con la presencia del sector financiero a través de algún canal de atención físico (sucursal bancaria o corresponsal), persisten retos para acercar el sector financiero a zonas rurales dispersas donde la conectividad aún es insuficiente y el acceso a un corresponsal es difícil.

Entendiendo estas necesidades, el sector financiero ha desplegado exitosamente su estrategia de digitalización de sus operaciones facilitando la vinculación y acceso digital a poblaciones tradicionalmente subatendidas. En este sentido, para diciembre de 2022 el 77% de las operaciones fueron no presenciales y sólo el 23% fueron por canales presenciales (SFC,2023).

Corresponsales bancarios físicos, móviles y digitales

El desarrollo del canal de corresponsalía bancaria ha sido uno de los más notables avances en materia de inclusión financiera de las áreas rurales. Desde 2015 el número de corresponsales creció 353% pasando de 94 mil a 428 mil en 2022 en todo el territorio nacional.

Sus menores costos de operación han permitido garantizar mayor presencia y cobertura del sector financiero formal en las zonas más apartadas del país de manera sostenible, generando efectos positivos en el proceso de acceso a productos y servicios financieros formales (Prieto, 2016). Al analizar el detalle de estos aumentos en cobertura, se evidencia que el modelo es exitoso en ciudades y aglomeraciones. en donde se alcanzaron los 312 mil puntos de atención en 2022-Q2; a nivel rural esta cifra alcanza los 34 mil y en rural disperso 18 mil -Gráfico 7.

Por otro lado, la experiencia de otros países en la implementación de corresponsalía móvil3 ha sido exitosa en materia de inclusión rural dispersa, por lo que no se debe desestimar su potencial en Colombia.

El trabajo colaborativo entre jugadores nuevos y consolidados desata mayores eficiencias para el ecosistema, facilitando el acceso al sector financiero formal de la población geográficamente más apartada pero que cuenta con acceso a la telefonía móvil. Asimismo, la apuesta de este tipo de corresponsales por el desarrollo de capacidades y educación financiera de sus usuarios es una característica no menor.

Digitalización de Canales

La innovación y la transformación digital en los canales de atención se ha visto fuertemente influenciada por la entrada de nuevos actores y el confinamiento que trajo la pandemia de COVID–19. Por ejemplo, por medio de productos y canales digitales, se facilitaron los pagos y las transferencias entre personas, comercios y los gobiernos nacionales y locales, permitiendo la continuidad en los intercambios económicos aún bajo un marco complejo de salud pública.

Esto se evidencia a través del aumento en la participación del número de operaciones monetarias por medio de la telefonía móvil, que pasó de 6,5% en 2019 a 16% en 2020 y de banca por internet, que pasó de 15% en 2019 a 17% en 2020 (SFC, 2022).

Los canales no presenciales4 tienen cada vez más una mayor participación en el número de operaciones realizadas en el sistema financiero, en línea con las nuevas preferencias del consumidor financiero y el valor agregado que encuentran en estos canales. En 2022 el canal por el cual se tranzó más dinero es la banca por internet, seguido de las oficinas, lo cual da cuenta de la adopción de los canales no presenciales y la relevancia que tienen frente a los canales presenciales -Gráficos 5 y 6.

El fuerte empuje de la digitalización de los servicios financieros plantea la duda sobre el futuro de la sucursal bancaria. Sin embargo, por las dinámicas de ciertas poblaciones las interacciones humanas aún son requeridas por los consumidores para obtener un mayor nivel de atención.

Entendiendo que la falta de historial crediticio es una de las principales razones por las que no se aprueban los créditos solicitados por las MIPYME, es importante que se implementen esquemas que permitan compartir información de ciudadanos y empresas.

Así, las sucursales bancarias deberán transformarse en centros de creación de puntos de contacto que se posicionen como centros de aprendizaje de canales digitales y de generación de transacciones de alto valor. En la actualidad, varios jugadores del sistema financiero están transformando sus oficinas en espacios cada vez más digitales (Accenture, 2022).

Conclusiones y Retos a Futuro

Con el objetivo de incrementar la inclusión financiera en todas sus dimensiones (acceso, uso, calidad y bienestar) es fundamental centrar nuestros esfuerzos en profundizar la innovación y la transformación digital del sector, acompañándolas de estrategias que potencien las capacidades financieras de los consumidores.

Estos son elementos habilitantes que nos permiten ser exitosos en nuestro camino hacia la inclusión. La banca se está transformando al ritmo de las preferencias de los consumidores a través de experiencias personalizadas y seguras, así como por medio de transacciones inmediatas con respuestas alineadas a sus necesidades.

Nuestro norte debe estar en seguir trabajando desde la transformación digital y la innovación en la generación de valor, junto con los nuevos jugadores del mercado y el Gobierno Nacional. En este sentido, para cerrar las brechas de inclusión financiera, es necesario desarrollar elementos habilitantes como la conectividad y el talento digital, las capacidades en materia de educación financiera, y los esquemas para compartir información de consumidores y ciudadanos.

En cuanto a conectividad, el reto del país es enorme. Sólo el 24% de los hogares en la ruralidad tiene acceso a internet (conexión fija) (DANE, 2022), y se presenta una brecha en la calidad de este entre estratos. Así, para el estrato uno, la velocidad de descarga se ubica en 26,9 Mbps, mientras que para el seis alcanza 149 Mbps (MinTIC, 2022). De la misma manera, para el talento digital los retos son importantes. La matrícula de estudiantes en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) solo alcanza el 1,7%, mientras que países líderes en adopción tecnológica como Alemania, Estados Unidos y Australia, tienen una proporción hasta cinco veces mayor (DNP, 2021).

Transaccionalidad

El país ha avanzado en el desarrollo de servicios transaccionales interoperables desde el sector privado. TransfiYa permite hacer transferencias entre entidades financieras sólo teniendo el número de celular del destinatario.

Entrecuentas es otra solución que permite transferencias inmediatas interoperables a través de códigos QR. En el mismo sentido, la industria acompaña y respalda la iniciativa del Banco de la República frente a la creación de una cámara de pagos inmediatos que ayudará a facilitar y masificar los pagos digitales.

Financiamiento

Frente al desafío de aumentar la financiación formal, es clave profundizar los programas públicos dedicados a acompañar el financiamiento de los segmentos más vulnerables de la población como lo son los esquemas de garantías provistas por el FNG y el FAG, y los programas de incentivos a la toma de seguros como el Incentivo al Seguro Agropecuario (ISA).

Además, entendiendo que la falta de historial crediticio es una de las principales razones por las que no se aprueban los créditos solicitados por las MiPyme, es importante que se implementen esquemas que permitan compartir información de ciudadanos y empresas. En este caso, las herramientas asociadas al Open Society son fundamentales para desarrollar modelos de evaluación del riesgo con información alternativa.

Por su parte, el país tiene una gran oportunidad de diseñar dos nuevos modelos de corresponsalía que atiendan las necesidades locales de los espacios vacíos que aún existen en el mercado, logrando un mayor alcance y beneficios para la población en general. Finalmente, las alianzas entre el sector público y privado son importantes para dinamizar el uso de los nuevos canales como los corresponsales móviles y digitales.

En este sentido, la política pública debe contemplar la digitalización de pagos y transferencias del gobierno para promover la inclusión financiera digital pues este tipo de alianzas impulsan el compromiso de los corresponsales y facilitan la interacción de las poblaciones con el sector financiero formal.

Referencias Bibliográficas

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