El 11 de marzo del año en curso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció la pandemia provocada por el coronavirus SARS-Cov2. A ello se sumó el comunicado del Ministerio de Salud y Protección Social que el 12 de marzo, mediante la Resolución 385 declaró la Emergencia Sanitaria, y el Decreto 457 del 22 del mismo mes mediante el cual el Gobierno Nacional ordenó el aislamiento preventivo obligatorio.

A partir de ese momento, la Universidad Nacional de Colombia contribuyó al plan nacional de manejo de la pandemia mediante el aporte de nuestros epidemiólogos e infectólogos del Hospital Universitario Nacional y la Facultad de Medicina. De igual manera, se apoyaron los planes de ciudades como Bogotá y Medellín.

Para cuidar de la comunidad universitaria establecimos una serie de focos de acción encaminados a la salvaguarda de los derechos a la vida, la educación y el trabajo, tales como la salud, la formación, el apoyo y compromiso con la sociedad y la sostenibilidad institucional. Se diseñaron y adoptaron medidas de bioseguridad para la prevención, mitigación y control del contagio del virus en la comunidad universitaria, con un replanteamiento de las actividades académicas y administrativas.

En ese contexto, la Rectoría de la Universidad Nacional emitió la Resolución 338 de 2020 por la cual se adoptaron las políticas para la prevención y mitigación de la COVID-19 en la comunidad universitaria y el protocolo para el retorno a algunas actividades presenciales en los campus e instalaciones de la institución.

Trabajo colectivo

El vicerrector General de la universidad, profesor Pablo Abril, junto con los equipos de salud y bienestar de las nueve sedes de la institución adelantaron la caracterización y clasificación de riesgo para los diversos actores de nuestra comunidad.

Gracias a este trabajo colectivo, y dando cumplimiento al propósito fundamental de cuidar la vida, se determinaron protocolos para garantizar campus seguros y se decidió que, mientras dure la emergencia sanitaria, se promoverá el trabajo en casa o semipresencial de la comunidad universitaria.

Además, se ha llevado a cabo un acompañamiento detallado a nuestros jubilados para brindarles orientación acerca de las medidas de autocuidado y de las alternativas de atención a las que pueden recurrir en caso de necesitarlo.

Nuestra principal tarea como institución es la formación de ciudadanos integrales como líderes éticos de transformación social y cultural; por eso, una de nuestras principales preocupaciones es garantizar la continuidad de los procesos formativos de nuestros estudiantes. Esto ha implicado una rápida adaptación a la virtualidad y la generación  de capacidades para brindar apoyo a los estudiantes, acorde con su diversidad cultural, regional y socioeconómica.

Transformación digital

En este sentido, uno de los proyectos bandera de la institución, establecidos en el actual Plan Global de Desarrollo 2019-2021, desde antes de la aparición de la pandemia, es la transformación digital de la Universidad Nacional. Esta estrategia digital se entiende como un cambio cultural que ha facilitado la rápida adaptación a la educación y al trabajo remotos al llegar la pandemia de la COVID-19.

En pocos días logramos pasar al trabajo y las clases remotas, además de cumplir con el 85 % de los 7.500 cursos de la oferta curricular que la universidad brinda cada semestre. También hemos graduado durante la pandemia a 9.686 estudiantes con certificados de graduación en blockchain, diplomas electrónicos que ofrecen seguridad y que les facilita a los egresados desarrollar sus trámites nacionales e internacionales.

Como lo ha expresado el vicerrector académico, profesor Carlos Augusto Hernández, “no se está pensando en que la universidad se vuelva completamente virtual: la idea es que somos una universidad presencial y volveremos a esa condición, aunque habrá cambios en cuanto a acelerar el aprovechamiento de las nuevas tecnologías dentro del modelo académico de la institución”.

Consciente de las dificultades y retos que implica este escenario para el logro de la educación, la Unesco estableció como política “no dejar a ningún estudiante atrás porque es innegable que la crisis profundiza las desigualdades existentes y genera otras nuevas” (Unesco, 2020, pág. 36). La Universidad Nacional se encuentra en línea con esta idea, así que hemos hecho enormes esfuerzos para ayudar a suplir las condiciones de bienestar y conectividad de los estudiantes.

Apoyo ante la emergencia

Como producto de nuestro compromiso con la sociedad hemos desarrollado acciones en diversos frentes, uno de ellos el procesamiento de las pruebas realizadas a pacientes sospechosos de COVID-19, en apoyo a la labor del Instituto Nacional de Salud, con cinco laboratorios de la universidad en ciudades como Bogotá, Medellín y Valledupar.

En este aspecto, el vicerrector de Investigación, Gustavo Buitrago, ha destacado la rapidez con que la comunidad universitaria respondió a la convocatoria del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación para presentar pro- puestas que contribuyan con soluciones tecnológicas para enfrentar la pandemia: “En un lapso de 72 horas la universidad presentó 60 proyectos, lo que refleja su gran capacidad de respuesta ante las necesidades del país”.

Más allá de esta convocatoria, los grupos de investigación de la universidad trabajan en proyectos con los que han desarrollado insumos y suministros como cámaras de aislamiento, monitores, pruebas de diagnóstico, caretas, mascarillas, reactivos y desinfectantes, así como herramientas de modelación y estadística que ayudan a analizar la evolución de la crisis.

Nuestras facultades del área de la salud, junto con el hospital de la Universidad Nacional han dado muestra de nuestra vocación institucional de trascendencia a la sociedad; han apoyado la atención de la emergencia con la ampliación del servicio de UCIS del hospital, se ha fortalecido y desarrollado el soporte de TeleUCI y TeleMedicina para orientar y contribuir en la atención de pacientes en 18 regiones apartadas del país, donde faltan recursos técnicos y humanos. Además, se ha dispuesto una página web con cursos gratuitos para profesionales de la salud, útiles para mantenerse actualizados en los protocolos y medidas para la atención y el cuidado propios y de los pacientes con COVID-19.

La abrupta parálisis de las actividades económicas y la intempestiva interrupción de la vida social ocasionada por el coronavirus y la emergencia sanitaria nos dejarán inmersos en una crisis social, política y económica. Por eso, además de contribuir con la atención de la pandemia es necesario pensar en la pospandemia. Por esto, centros de pensamiento de la institución, articulados por la Escuela Permanente de Pensamiento Universitario, desarrollan diversas iniciativas y estrategias que serán entregadas a los tomadores de decisiones como propuestas de política pública, tendientes al fortalecimiento del sistema de salud, la reactivación económica y la generación de empleo, entre otros temas.

Instituciones sostenibles

Todos estos compromisos y responsabilidades de nuestra institución, así como de todas las universidades públicas del país, nos imponen el deber de ser sostenibles para asegurar el cumplimiento de nuestra misión de formación y gestión del conocimiento al servicio de la sociedad.

La Universidad Nacional de Colombia recibe anualmente por transferencias del Estado el 60 % de su presupuesto; el 40 % restante es gestionado por la misma institución: por sus grupos de investigación y sus servicios de consultoría. La crisis que se cierne sobre todos los sectores y que amenaza la posibilidad de recaudar esos dineros, necesarios para cubrir los gastos de inversión de la institución, limita las posibilidades de garantizar el bienestar estudiantil y el desarrollo de proyectos de generación de nuevo conocimiento, que impulse el bienestar de las comunidades y regiones del país. Será necesario que la sociedad invierta en el conocimiento como la mejor estrategia para superar la crisis.

En concordancia con la situación, la universidad creó un fondo de emergencia que administra los recursos, hasta ahora disponibles, priorizando nuestros enfoques de acción de cuidado de la vida, garantía de la educación y apoyo a la sociedad. Gracias a esto hemos fortalecido las acciones de cuidado y bienestar mediante auxilios a los estudiantes para alimentación, alojamiento y acompañamiento psicológico, así como tabletas, computadores y posibilidades de conectividad para facilitarles su participación en las clases virtuales.

La consigna de no dejar a nadie atrás implica la implementación de la gratuidad, de la forma más generalizada posible, para evitar que por la falta de recursos para el pago de la matrícula muchos jóvenes salgan del sistema de educación superior. Este debe ser un esfuerzo de la sociedad y el Estado y no solo de las universidades.

En ese sentido, el Consejo de Rectores del Sistema Universitario Estatal (SUE) se pronunció el 12 de mayo en apoyo de una política estatal de gratuidad en la Educación Superior Pública, pero soportada en nuevos recursos asignados por la Nación, departamentos o distritos y municipios, y no a expensas de los recursos actuales de las instituciones, pues esto compromete su capacidad para avanzar en sus planes de mejoramiento y de desarrollo.

Además, se opuso al Decreto 461 de 2020 expedido en el marco de la emergencia económica, en el cual se faculta temporalmente a los gobernantes regionales a reorientar rentas que incluyen las estampillas de las universidades públicas.

Hay encuestas que calculan que entre 20 % y 30 % de los estudiantes expresan inquietud de matricularse el próximo semestre. Frente a los pedidos de proveer recursos adicionales para apoyar el pago de matrícula de los estudiantes, el Gobierno Nacional expidió el Decreto Legislativo 662 del 14 de mayo “Por el cual se crea el Fondo Solidario para la Educación y se adoptan medidas para mitigar la deserción en el sector educativo provocada por el coronavirus COVID-19”.

El Gobierno Nacional asignó fondos del Presupuesto General de la Nación por 97.500 millones de pesos para que los jóvenes de más bajos recursos cuenten con apoyo a sus matrículas en el segundo semestre de 2020. De esos recursos, a la Universidad Nacional le correspondieron 5.194 millones de pesos, que son insuficientes para cubrir a toda la población estudiantil de alta vulnerabilidad.

A la asignación de estos recursos se han sumado diversas iniciativas presentadas por gobernadores y alcaldes e Instituciones de Educación Superior públicas para brindar auxilios adicionales de matrícula, que permitan mitigar la posible deserción en el sector educativo provocada por la COVID-19.

Educación y equidad

Esta pandemia constituye, sin duda, una de las mayores amenazas globales a nuestra generación. Dadas las estructuras inequitativas que preexistían a la pandemia, “el peligro primordial es que las desigualdades en el aprendizaje se amplíen, aumente la marginación y los estudiantes más desfavorecidos se vean imposibilitados de proseguir sus estudios”. (Unesco, 2020)

Se trata de hacer cuanto podamos, con la rapidez, la amplitud y la profundidad necesarias para evitar que la pandemia agrave esas brechas sociales. La educación seguirá siendo ahora, con mayor razón, la principal herramienta de impulso a la innovación, dinamizadora del crecimiento económico y social, en un marco de equidad.

Reiteramos a los colombianos que pueden contar con la Universidad Nacional de Colombia como el más importante proyecto científico, cultural y colectivo de la nación. Invito a conocer en detalle el trabajo de la Universidad Nacional en este último año a través del Balance Social 2019: http://launalcuenta.unal. edu.co/balance-social/

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