En agosto de 2020, la alianza conformada por las organizaciones Gaia, Cinep y Natura llevó a cabo un conversatorio con la participación de expertos colombianos y brasileños; las experiencias recogidas en sus comunidades o producto de la experticia que vienen acumulando en torno a la educación enriquecieron el diálogo.

Desde el territorio de los Jaguares del Yuruparí en el río Pirá Paraná, Colombia, Fabio Valencia narró cómo, en el origen del mundo, los áyavas entregaron a cada pueblo un territorio y unos conocimientos específicos, para su manejo. Por ello, la educación indígena “existe desde el origen de la humanidad”. La escuela convencional rompió ese orden primigenio con lo que la profesora Sandra Frieri, de la Universidad Externado, denominó “violencia epistémica y simbólica”, que supone la existencia de universales cognitivos y genera modelos homogeneizadores que desconocen al otro como constructor de conocimiento.

Por su parte, André Baniwa, líder indígena de la cuenca del Isana en el municipio de Sao Gabriel de Cachoeira, Brasil, compartió la experiencia de la Escuela Pamáali, que nació en los años noventa  como respuesta a la imposición de contenidos curriculares por parte del Estado. En Pamáali se valora primero el ser baniwa o curripaco; por ello, el portugués se asume como segunda lengua. Los estudiantes aprenden metodologías de investigación, que aplican en sus comunidades y comparten en la escuela.

Estos modelos amazónicos de educación indígena enfrentan enormes desafíos históricos. Algunos de ellos fueron analizados por la profesora Frieri: la estandarización de las prácticas educativas, los proyectos y cátedras que no dialogan con los currículos ni entienden el territorio como posibilidad de construcción curricular, y la ausencia de diálogo de saberes entre distintos actores. Jesús Bombaire, líder murui-muina de Puerto Arica, Colombia, narró que, frente a la ausencia de conectividad, los etnoeducadores de AIZA deben repartir guías pedagógicas casa por casa.

En la actualidad, el maestro itinerante, las guías de aprendizaje que privilegian la investigación y el saber local, las actividades prácticas en espacios cercanos, la interacción con la familia y las actividades orientadas a la recuperación de la memoria, han fortalecido los procesos educativos centrándolos en el estudiante y su familia, con la mirada situada “en el territorio como espacio de aprendizaje”, dijo la profesora Frieri. Según su experiencia, los estudiantes encuentran “más sentido en su mundo que en los libros de texto. Empiezan a leerse a ellos mismos, a escribir su propia historia”, de manera que este proceso de flexibilización curricular y conexión con el territorio está permitiendo que “los colegios puedan transitar a conectarse con otros sentidos, con otros conocimientos”.

Los saberes ancestrales también se han visto fortalecidos. El líder Baniwa señala que la atención tardía por parte del Estado brasileño generó que los médicos indígenas del Isana profundizaran su conocimiento botánico y gracias a plantas que lograron identificar y recuperar, atendieron a varios pacientes. Esta, dice André Baniwa, es una experiencia digna de sistematizar para incluir en el currículo de Pamáali. Bombaire mencionó que ahora, en aislamiento, las comunidades consultan bastante a los tradicionales porque “ellos son nuestra fortaleza y nosotros somos el futuro de ellos”.

Contrastan con este universo de posibilidades cognitivas, aprendizajes y oportunidades, las dificultades que los pueblos manifiestan tener frente al reconocimiento por parte de los estados. Si bien en Colombia existe un espacio de diálogo creado desde 2007, luego de 13 años aún no logran concertar con el MEN el sistema de educación indígena. Afirma Fabio que existen la Constitución política y diversas leyes que los reconocen y protegen, pero “cada gobierno interpreta con su manera de entender”, y así no se avanza. Por su parte, en Brasil el gobierno actual no considera ningún espacio de diálogo con los pueblos indígenas y, por el contrario, ha acabado los consejos de participación que se había logrado construir. Los modelos indígenas se ven interrumpidos al llegar a la enseñanza media, pues se implementan solo en la primaria.

Para finalizar el conversatorio, los invitados resaltaron la importancia de una pedagogía que aproveche los escenarios de vinculación con las familias y el saber tradicional, la unión de los pueblos para llegar a acuerdos con los estados y la generación de una “pedagogía institucional” que lleve a transformaciones. La sistematización de experiencias es un elemento esencial para la construcción de conocimiento en época de pandemia.