El exministro de Hacienda ,Roberto Junguito Bonnet, considera que en la coyuntura actual de Colombia “se requiere una reforma para darle tierra a quien la necesite, pero también con oportunidades de desarrollo para la agricultura comercial”, en una buena combinación para que las cosas funcionen.

Asimismo, Junguito Bonnet, egresado de la Universidad de los Andes y master de Economía y Demografía de la universidad de Princeton en Estados Unidos, señala que el país debe comprometerse en una gran reforma presupuestal de gran envergadura, para evitar duplicidades y hacer más eficiente el gasto público.

El exministro ha sido miembro de importantes comisiones de expertos que han estudiado el futuro de las finanzas públicas y con base en juiciosos estudios advierte que también se requiere una reforma en el régimen de pensiones, entre otras cosas, para ayudar a pensionar a quienes no alcanzaron a ahorrar para alcanzar una pensión mínima.

El dialogo con los periodistas de la revista Economía Colombiana, se desarrolló en los siguientes términos:

¿Cuál es, según usted, el panorama de la economía colombiana?

La situación económica de Colombia es indudablemente muchísimo mejor a la que tuvo que enfrentar en la década de los ochenta y naturalmente a la de comienzos del siglo XX luego de la Guerra de los Mil Días. Y ¿por qué es mucho mejor? Primero que todo, porque tenemos un andamiaje institucional mucho más sólido, un banco central independiente que ha sido muy exitoso en el control de la inflación, un Ministerio de Hacienda mucho más tecnocrático, con más conocimiento y unos sistemas que le ayudan mucho al país en el campo cambiario. Tenemos una tasa de cambio flexible (antes había control de cambios y la devaluación era discrecional). Disponemos de un esquema de inflación objetivo, unas reglas de juego y un mandato para controlar la inflación y en el campo fiscal tenemos nuevos sistemas como el marco fiscal de mediano plazo y la regla fiscal que le garantizan al país la estabilidad.

También tenemos un régimen comercial mucho más abierto, sin los controles, los cupos y los esquemas de control a las importaciones, una economía mucho más fuerte, en el sentido de que poseemos una base de reservas internacionales bastante grandes para enfrentar cualquier necesidad de recursos externos, un sistema financiero y bancario mucho más sólido, como también una superintendencia financiera más profesional que la del pasado.

Ese conjunto de políticas ha hecho que haya plena confianza en Colombia y que tengamos acceso al crédito internacional. Y nos garantiza que no se vayan a presentar las incertidumbres o inestabilidad en aspectos como el de las reservas internacionales o inmensas fluctuaciones en la tasa de cambio. Con la experiencia de la tasa de cambio flexible, establecido desde finales del año 1999, le ha ido muy bien a Colombia.

El Banco de la República ha sido muy cuidadoso de no hacer intervenciones “sucias” en el sistema bancario y solamente, muy de vez en cuando, para estabilizar fluctuaciones y ese ya es un inmenso activo de Colombia. La deuda externa con relación al producto interno bruto que tiene el país es manejable y yo que creo que esa política se debe mantener. Hay cosas que ayudan al endeudamiento externo como mejores instituciones, mejores instrumentos de política, un mejor manejo fiscal y eso ha generado mucha más confianza de la banca internacional frente a Colombia.

¿El horizonte también lo ve con esa óptica tan positiva?

El horizonte está mucho más despejado, pero de acuerdo con el último informe del Fondo Monetario Internacional sobre Colombia se ven luces pero también cautelas y sombras. Se ven luces en el sentido de que se reconoce que el andamiaje institucional de Colombia y las políticas adoptadas permiten augurar que la tendencia es a mejorar el crecimiento de la economía.

Hay un primer aspecto en el panorama de lo que son las perspectivas de crecimiento que es muy positivo pero tendríamos que ser más ambiciosos en el sentido de que crecer al 3.5% no es suficientemente bueno y uno quisiera tener 4.0 o 4.5%. Creo que el presidente Duque ha hablado del 5%, que es un poco utópico pero que por lo menos muestran hacia donde deberíamos orientarnos.

En materia de inflación, que es un segundo aspecto, uno mira las cifras y ya estamos a niveles de las cifras internacionales del 3% y las proyecciones indican que posiblemente sea del 3.4 o 3.5%. El mandato constitucional de tener un banco central independiente, el esquema de inflación objetivo y los instrumentos del banco de la República garantizan que la inflación va a estar bajo control.

Un tercer aspecto es la balanza de pagos de Colombia. Las cifras de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que es equivalente a lo que uno tiene que pagar por importar frente a lo que genera por exportaciones, el cálculo que tiene el Fondo Monetario Internacional es que posiblemente el déficit sea del 3.9% del PIB este año y 3.8% el año entrante y es relativamente alto.

Esta situación es manejable porque tenemos un buen flujo de reservas internacionales, tenemos un régimen de tasa de cambio flexible, pero se requieren políticas para promover mucho más las exportaciones. No hemos sido suficientemente exitosos para generar otras exportaciones y todavía tenemos una dependencia grande del petróleo. Debemos diversificar más las exportaciones y tener una capacidad muy grande de producir para exportar productos agrícolas, deberíamos contar con una agricultura comercial moderna y bien desarrollada. Estamos en mora de poder desarrollar eso.

Hay un cuarto campo donde hay luces pero también un poco más de sombras y es el campo fiscal. Hemos ido sobreaguando pero no hemos solucionado a largo plazo el problema. Hemos hecho una gran cantidad de reformas tributarias dentro de lo que es políticamente factible. Según el FMI la ley de financiamiento del ministro Carrasquilla resuelve en parte el problema del 2019 pero igualmente señala que así como este año no tenemos problema y podemos cumplir la regla fiscal, el año entrante los recaudos sobre Producto Interno Bruto van a disminuir y para el 2022 disminuirán

mucho, porque la reforma tributaria le bajó los impuestos a las empresas. Entonces, eso va a hacer que las empresas crezcan, pero desde el punto de vista de la cantidad de recursos para cumplir el gasto público va a ser difícil que se cumpla la regla fiscal.

Nunca hemos hecho una reforma tributaria de fondo, duradera y vamos a tener que volver a decirle al país en un año que toca aumentar impuestos. Dos cosas que propuso Carrasquilla y tumbó el congreso: la ampliación de la base tributaria de las personas naturales; y la ampliación de la base del IVA. En Colombia las personas naturales en comparación con el resto del mundo no pagamos impuestos. Con la buena intención de proteger a la gente de ingresos medios, hacemos que la gente de este nivel, que podría ser una base de tributación bien importante, no pague impuestos. Nunca hemos podido ampliar bien la base del IVA. Vamos a tener que volver a pensar en esos temas, porque no podemos dejar la tributación como está. O estaremos condenados a hacer una reforma tributaria cada año.

En el Marco Fiscal de Mediano Plazo que presentó el Ministro Carrasquilla se argumenta que la lucha contra la evasión, la reorganización administrativa de la DIAN, el establecimiento de la factura electrónica y los ajustes en el gasto público permitirán ajustar las finanzas públicas sin tener que recurrir a una nueva reforma tributaria. Ojalá tenga la razón.

En cuanto al gasto público, se han creado varias comisiones para impulsar una reforma que lo haga más eficiente, existe un buen trabajo para dejar un andamiaje de todas las cosas que hay que revisar, como los subsidios, la reforma a las pensiones, la reforma del presupuesto, unificar y hacer un esquema presupuestal más amplio y más coherente y, en general, lograr más eficiencia en el gasto público.

Colombia tiene una gran cantidad de subsidios que son inequitativos, porque muchas veces favorecen a los más ricos y a sectores específicos y se han creado demasiadas exenciones. Hay que hacer una gran revisión a todo el esquema de subsidios vigentes en el país. Además, se requiere la integración del presupuesto porque tenemos un presupuesto de funcionamiento que lo maneja el ministerio de hacienda, el de inversión está en planeación nacional, las regalías tienen presupuesto independiente, los departamentos y municipios manejan otros presupuestos y súmeles el presupuesto de la paz que está centralizado en la presidencia de la república.

Entonces, necesitamos una reforma presupuestal de gran envergadura para evitar duplicidades y hacer más eficiente el gasto. En la comisión de gasto público dijimos que se tiene que evitar la fragmentación del presupuesto y avanzar en su unificación.

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