Este artículo explora un periodo crítico en la historia económica colombiana, marcado por la transición de la administración pública tradicional hacia una gestión basada en el análisis técnico y el pragmatismo, fundamentada en la profesionalización de los economistas. Este cambio, impulsado por instituciones académicas tanto nacionales como internacionales, y catalizado por el impacto transformador de centros de análisis económico, traza la evolución hacia una economía moderna y una política de desarrollo desvinculada de las convenciones partidistas e ideológicas tradicionales.

A partir de la Misión Currie en 1949, Colombia comenzó a enfatizar la necesidad de una sólida formación técnica en economía, que culminó con el apoyo de la Fundación Rockefeller a iniciativas académicas claves como la Facultad de Economía y el CEDE en la Universidad de los Andes (Bell 2008). Este movimiento hacia la profesionalización se vio complementado por una serie de reformas y colaboraciones educativas con instituciones estadounidenses, estableciendo así las bases para un nuevo paradigma en la formación económica del país. Se examina aquí la creación y consolidación de centros de pensamiento económico como el CEDE, el CID en la Universidad Nacional, y Fedesarrollo, destacando su papel en la modernización de la política económica y su influencia en el desarrollo de políticas sociales, más allá de las políticas económicas.

Sin embargo, la búsqueda de una forma de producción de políticas públicas basadas en conocimiento experto, con la pretensión de mantener una independencia del ámbito político, contribuyó a un distanciamiento entre la tecnocracia y otros actores sociales.

En la primera parte de este documento se explica la manera como la profesionalización de economía y el desarrollo de centros de pensamiento dentro y fuera de las universidades alimentó una transformación hacia una tecnocracia moderna, fundamentada en el uso del conocimiento experto en la formulación de políticas. Luego, se discute la forma en que este conocimiento experto se concibió como una forma de proponer políticas de desarrollo que privilegiaron la estabilidad económica y que buscaban mantener distancia con el debate político. Esto condujo a crear una tensión, todavía vigente hoy en día, entre estabilidad macroeconómica e inclusión social.

Profesionalización de la disciplina: hacia la creación de la tecnocracia

La transición hacia una economía moderna en Colombia estuvo intrínsecamente ligada al fortalecimiento académico y profesional de los economistas. El manejo de la política económica hasta mediados del siglo XX estuvo liderado por quienes conocemos como hacendistas, por lo general, hombres políticos con formación en derecho y un conocimiento empírico profundo de la hacienda pública.

Este grupo permitió, entre otras cosas, construir una diplomacia económica sólida que se movía con fluidez en los círculos económicos internacionales. El principal ejemplo de este tipo de ejercicio de la política económica es Esteban Jaramillo, quien representa una figura de transición entre los hacendistas y una tecnocracia económica basada en el conocimiento experto construido desde la academia (Kalmanovitz 2023, Guiot 2023). Hacia la década de los cuarenta del siglo XX esta diplomacia, conformada por personas con formación universitaria y con dominio del inglés, contaban con reconocimiento en la institucionalidad económica diseñada, especialmente, en la posguerra.

El esfuerzo de reconstrucción de Europa tras la II Guerra Mundial, en especial, empezó a ser asociado con la necesidad de conocimiento estadístico y técnico capaz de acelerar los procesos de planificación y gestión de la economía. Esta necesidad se une a los trabajos académicos asociados con el auge del periodo de la alta teoría en desarrollo económico que buscaba establecer los mecanismos que permitieran acelerar el crecimiento económico. La profesionalización de la disciplina económica se empezó a acelerar en todo el mundo.

Es así como empiezan a realizarse misiones económicas lideradas por personas con conocimiento experto en economía para diagnosticar la situación de los países y hacer recomendaciones para superar los obstáculos al crecimiento económico. La diplomacia económica colombiana es particularmente activa en lograr que una de esas misiones visite el país (Álvarez, Guiot, Hurtado 2020, Villamizar 2023).

En un ambiente permeado por los inicios de la violencia, esta diplomacia logra consolidar la primera misión económica de la entidad que hoy conocemos como el Banco Mundial para estudiar la economía colombiana, hacer recomendaciones y, con su implementación, poder tener acceso a recursos internacionales para financiar la aceleración en el cambio productivo del país.

LA ADMINISTRACIÓN DE CARLOS LLERAS RESTREPO ES EMBLEMÁTICA EN ESTE SENTIDO, AL INCORPORAR A ECONOMISTAS CUYA FORMACIÓN SE RIGIÓ POR ESTE NUEVO PARADIGMA Y ADOPTAR UN ENFOQUE DE PLANIFICACIÓN Y ANÁLISIS ECONÓMICO MÁS RIGUROSO Y BASADO EN EVIDENCIA.

La misión Currie, conocida así por el apellido del economista líder, el canadiense nacionalizado posteriormente en Colombia Lauchlin Currie, llega al país en 1949. Entre las diferentes conclusiones y recomendaciones de la misión, integrada en su mayoría por personas extranjeras, pero con apoyo de nacionales, estaba la necesidad de avanzar en una formación técnica sólida en economía en Colombia. Lauchlin Currie que pasaría el resto de sus días en el país fue uno de los principales promotores de esta formación (Álvarez, Guiot, Hurtado 2019, Álvarez, Guiot, Hurtado 2020).

Educación y formación para la investigación

La formación profesional de economistas en Colombia, catalizada por la Misión Currie de 1949, evidenció una necesidad crítica de capacitar economistas capaces de implementar recomendaciones de política y proveer un análisis técnico comprensivo de la economía colombiana. Esta iniciativa no solo buscaba llenar un vacío técnico y académico existente, sino que también pretendía abordar los desafíos del desarrollo nacional desde una perspectiva macroeconómica e integral, una demanda unánime surgida tanto antes como después de la Misión Currie (Kalmanovitz 2023, Villamizar 2023).

Respondiendo a esta necesidad, se establecieron colaboraciones educativas con instituciones estadounidenses. Los casos pionero fueron un intento de colaboración de la Universidad del Valle con la Universidad de Chicago, y la Universidad de Los Andes y su alianza con la Universidad de Michigan State, la Universidad de Oregón y la Universidad de Vanderbilt (Guiot 2023). Estas colaboraciones marcaron el inicio de un enfoque que privilegiaba la formación de ‘ingenieros’ sobre fetas’ en el campo económico, parafraseando la clasificación crítica que utilizaba Lauchlin Currie para referirse a la economía académica en Colombia.

Este cambio paradigmático buscaba aprovechar la economía, a pesar de sus imperfecciones como ciencia, para proporcionar el marco analítico y las herramientas necesarias que guiarían el desarrollo nacional. La formación de economistas jóvenes en técnicas de modelización y pruebas empíricas se convirtió en una estrategia clave para superar tendencias seculares e ideológicas que previamente habían comprometido la efectividad de las políticas económicas. La transición hacia una educación económica práctica y aplicada fue estimulada no solo por la demanda de análisis económico técnico, sino también por un entorno de confrontación política y violencia, donde la economía parecía ofrecer un camino objetivo y técnico para guiar las discusiones de política y los procesos de toma de decisiones (Guiot 2023, Kalmanovitz 2023).

Este enfoque técnico, en opinión de muchas personas, prometía superar obstáculos históricos y culturales que habían impedido el desarrollo, proponiendo el lenguaje técnico como terreno común para definir prioridades nacionales y fomentar consensos sociales sobre los medios más adecuados para alcanzarlos. El apoyo de la Fundación Rockefeller fue instrumental en la creación de centros de enseñanza e investigación económica en Colombia, especialmente en la Universidad de los Andes con su Instituto de Investigaciones Económicas.

Este apoyo no solo reflejó una transición de la Fundación, donde el enfoque se desplazó de la investigación económica básica hacia proyectos que buscaban comprender y transformar las sociedades en desarrollo, sino que también enfatizó la creencia de que personas bien capacitadas en ciencias sociales de los países en desarrollo estaban en mejor posición para analizar y abordar los problemas de sus propias sociedades (Guiot 2023).

LA TRANSICIÓN HACIA UNA ECONOMÍA MODERNA EN COLOMBIA ESTUVO INTRÍNSECAMENTE LIGADA AL FORTALECIMIENTO ACADÉMICO Y PROFESIONAL DE LOS ECONOMISTAS.

En este sentido, como lo expresaba la visión de Currie sobre la educación económica en el país, era fundamental distinguir entre la educación económica general y la formación profesional de economistas. Existía la posibilidad de diferenciar entre un conocimiento económico general y uno especializado. Es por esta razón que Currie y otras personas abogaban por una educación económica básica para la elite ilustrada en democracias, para que las decisiones económicas no se dejaran a la demagogia, mientras que insistían en que la formación profesional de economistas debería ocurrir a nivel de posgrado.

Esta distinción era crucial para evitar una especialización prematura y garantizar una formación económica rigurosa y coherente, capaz de abordar los problemas prácticos urgentes de Colombia. La profesionalización de la economía debía garantizar una formación integral con bases sólidas y amplias para, posteriormente, profundizar en las herramientas
técnicas necesarias para hacer análisis económico. Sin una buena comprensión del entorno se consideraba imposible el diseño y formulación de políticas económicas adecuadas y basadas en datos y evidencia.

Los centros de pensamiento económico

La creación de centros de pensamiento económico en Colombia durante las décadas del 60 y 70, como el CEDE en la Universidad de los Andes, el CID en la Universidad Nacional, Fedesarrollo o Econometría Consultores y su interacción con instituciones gubernamentales, que se convirtieron en centros de conocimiento técnico y formulación de políticas económicas, es una historia de modernización institucional y profesionalización de la economía en el país (Kalmanovitz 2023, Botero 2020). Aquí se detalla cómo se configuró este paisaje de conocimiento experto en el contexto de un Estado cada vez más involucrado en la planificación y ejecución de políticas económicas basadas en análisis técnicos avanzados.

Los años 60 marcaron el inicio de un profundo cambio en la estructura económica y política de Colombia, impulsado en gran medida por la internacionalización de la economía y la influencia de fundaciones filantrópicas como la Rockefeller y la Fundación Ford. Estas fundaciones jugaron un papel crucial al promover la educación y la investigación económica en instituciones como la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes, estableciendo así las bases para una economía más analítica.

La Universidad de los Andes, por ejemplo, se benefició significativamente del apoyo de la Fundación Rockefeller para el desarrollo de su centro de estudios económicos sobre desarrollo (CEDE), que se convertiría en un referente en la investigación económica en Colombia y en la región (Bell 2008). Similarmente, la Universidad Nacional logró la consolidación de su Departamento de Economía, fortaleciendo el papel académico en la formación de futuros economistas que influirían en las políticas públicas del país (Villamizar 2023, Kalmanovitz 2023). El sector privado no se quedó atrás y surgieron centros de análisis como Fedesarrollo y Econometría Consultores (Botero 2020). Como iniciativas privadas las dos entidades buscaron asegurar su independencia para hacer estudios y consultorías nacionales y sectoriales que permitieran informar el debate económico, guiar los procesos de formulación de políticas y evaluar el impacto y calidad de esas políticas. Como lo muestra Rodrigo Botero Montoya, en su reflexión sobre el aniversario número 50 de Fedesarrollo (Botero 2020), uno de los aspectos relevantes de esta influencia fue la extensión del uso del conocimiento técnico a áreas de la política social, más allá de la política económica.

EL DESARROLLO DE UNA TECNOCRACIA PRAGMÁTICA EN COLOMBIA, MARCADO POR UNA NOTABLE PROFESIONALIZACIÓN DE LA PRÁCTICA DE LA ECONOMÍA Y LA INFLUENCIA DECISIVA DE CENTROS DE PENSAMIENTO, REPRESENTA UN PUNTO DE INFLEXIÓN EN LA GESTIÓN DEL DESARROLLO ECONÓMICO Y POLÍTICO DEL PAÍS.

Con el tiempo, estas instituciones académicas y sus respectivos centros de investigación, así como los centros de análisis privados, empezaron a interactuar más estrechamente con el gobierno, convirtiéndose en piezas clave en la producción de conocimiento técnico y la formulación de políticas económicas. Los términos de la discusión de política económica cambiaron. La producción de informes y documentos de trabajo así como la realización de encuentros académicos con la participación de diferentes actores se volvieron prácticas usuales en la discusión económica.

Un antecedente significativo de este tipo de discusión son los documentos Conpes, producidos por el Departamento Nacional de Planeación. Los documentos del Consejo de Política Económica y Social desde la Administración de Lleras Restrepo se convierten en uno de los instrumentos fundamentales de formulación de política basada en conocimiento experto (Álvarez, Fajardo, Hurtado 2024). Estos documentos marcaron el referente de análisis rigurosos, modelos económicos sofisticados y estadísticas detalladas, reflejando una nueva era en la que la economía colombiana se gestaba a partir de bases técnicas sólidas y conocimiento experto (Álvarez, Fajardo, Hurtado, 2024).

La consolidación de la tecnocracia no solo se reflejó en la academia y su relación con el gobierno, sino también en la creación y fortalecimiento de instituciones gubernamentales como el Banco de la República y la Contraloría General. Estas entidades se transformaron en centros de conocimiento experto, fundamentales para la estabilidad económica del país  la implementación de políticas basadas en evidencia y análisis técnico. La capacidad de estas instituciones para informar y sustentar decisiones de política económica marcó un antes y un después en la administración pública.

La evolución de centros de pensamiento como el CEDE y el CID, junto con la interacción entre la academia y el gobierno, refleja un proceso de modernización y profesionalización de la economía en Colombia (Kalmanovitz 2023). Este proceso fue posible gracias a la visión de fundaciones internacionales, el compromiso de las universidades con la excelencia académica y la apertura del gobierno a incorporar el conocimiento técnico en la formulación de políticas. La historia de estas instituciones y su impacto en el desarrollo económico de Colombia es un testimonio de cómo el conocimiento experto y el análisis técnico se convirtieron en piedras angulares de la política económica y la modernización del Estado (Caballero 2016).

Influencia de la tecnocracia en la política económica

Con la profesionalización de la economía y su inclusión en roles clave dentro del gobierno, Colombia experimentó una redefinición de sus políticas de desarrollo. La Administración de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) es emblemática en este sentido, al incorporar a economistas cuya formación se rigió por este nuevo paradigma y adoptar un enfoque de planificación y análisis económico más riguroso y basado en evidencia (Caballero 2016). También marca el inicio de un fenómeno que tiende a alejar el análisis económico del análisis político, al concentrar a quienes representan el conocimiento experto en economía en una esfera resguardada de los retos y vaivenes del debate político.

La tecnocracia económica se enfoca casi que exclusivamente en la estabilidad macroeconómica, considerada como la base necesaria y casi suficiente para el desarrollo económico (Álvarez, Fajardo, Hurtado, 2024). En una economía pequeña como la colombiana, esta tecnocracia consideraba la estabilidad macroeconómica como un bien público que debía proteger a toda costa pues atraería la inversión extranjera y garantizaría las condiciones necesarias para el desarrollo del aparato productivo. Una visión pragmática del funcionamiento de la economía guio a la tecnocracia en el diseño y formulación de política económica.

LA FORMACIÓN DE ECONOMISTAS JÓVENES EN TÉCNICAS DE MODELIZACIÓN Y PRUEBAS EMPÍRICAS SE CONVIRTIÓ EN UNA ESTRATEGIA CLAVE PARA SUPERAR TENDENCIAS SECULARES E IDEOLÓGICAS QUE PREVIAMENTE HABÍAN COMPROMETIDO LA EFECTIVIDAD DE LAS POLÍTICAS ECONÓMICAS.

El desarrollo de la tecnocracia en Colombia, especialmente después del Gobierno de Carlos Lleras Restrepo, marcó un cambio hacia un enfoque pragmático en la formulación de políticas, alejándose de las inclinaciones ideológicas o partidistas pronunciadas. Lleras Restrepo, una figura clave en este cambio, propuso una revisión integral del Estado central y su aparato de planificación económica, incluyendo la incorporación de un grupo de jóvenes economistas que, recién regresados de sus estudios de posgrado en el extranjero, jugaron un papel crucial en el Departamento Nacional de Planeación (DNP). Estos economistas no solo tuvieron acceso directo al presidente sino que también sentaron las bases para futuras generaciones de tecnócratas que influirían en el DNP, el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda, entre otras instituciones públicas (Guiot 2023).

Carlos Lleras buscó que su equipo económico se enfocara en resultados, para proteger la economía de la inestabilidad cambiaria y las presiones inflacionarias, controlar la deuda y mantener un manejo fiscal estable (Álvarez, Fajardo, Hurtado, 2024). El objetivo era garantizar reglas de juego claras más allá de la influencia de actores regionales y gremiales con intereses corporativos y desarrollar una visión nacional del desempeño económico para insertar al país en el mercado internacional y desarrollar un mercado interno más profundo. Estos principios se soportaban sobre la idea de que el crecimiento mejoraría las condiciones de vida de toda la población y para crecer se necesitaba estabilidad macroeconómica.

Políticas de desarrollo

La adopción de políticas económicas informadas por análisis técnicos y la participación activa de economistas en su formulación marcan un hito en la historia. Este enfoque permitió una mayor coherencia en la implementación de programas de desarrollo, enfocados no solo en el crecimiento económico sino también en la reducción de la desigualdad y la promoción de la inclusión social (Caballero 2016, Botero 2020). Sin embargo, es posible avanzar que su desarticulación con el debate político impidió su efectividad. Si bien la estabilidad macroeconómica se logró y marcó buena parte del siglo XX en Colombia, los avances en mayores oportunidades para toda la población fueron menores a los esperados. A pesar de la alta centralización política del país, las enormes diferencias entre las regiones, incluyendo el impacto de la violencia, la vulnerabilidad de la población y la baja presencia efectiva del Estado, implicaron que el desarrollo económico del país fue fragmentado y heterogéneo (Villamizar 2023, Kalmanovitz 2023).

EN RETROSPECTIVA, LA EXPERIENCIA DE COLOMBIA RESALTA LA IMPORTANCIA DE ENCONTRAR UN EQUILIBRIO ENTRE EL PRAGMATISMO TÉCNICO Y LA PARTICIPACIÓN ACTIVA EN EL PROCESO POLÍTICO Y SOCIAL.

La transición hacia una gestión económica pragmática y técnica en Colombia, especialmente durante el Gobierno de Carlos Lleras Restrepo, representó un avance significativo en la aplicación de políticas basadas en evidencia y análisis riguroso (Álvarez, Fajardo, Hurtado 2024, Botero 2020). Si bien, estas políticas no rindieron todos los frutos esperados, sí marcaron una forma muy propia de abordar la política económica en el país.

La tecnocracia afrontaba la necesidad de responder a demandas sociales urgentes haciendo uso de análisis técnicos que le permitían recurrir a diferentes instrumentos de política y utilizarlos de diferentes maneras que no se alineaban del todo con tradición económica alguna. Este proceso también planteó desafíos significativos para el desarrollo académico y la consolidación de centros de investigación económica en el país. La demanda gubernamental de economistas con formación de alto nivel para roles estratégicos en la formulación e implementación de políticas públicas generó una disrupción en la consolidación de un ecosistema académico robusto en economía.

El énfasis en atraer a economistas con formación de posgrado, especialmente aquellos que retornaban de sus estudios en Europa y Estados Unidos, hacia roles dentro del aparato gubernamental, limitó la capacidad de retener talento en el ámbito académico. Este fenómeno se evidenció en la dificultad para establecer y desarrollar centros de investigación donde economistas pudieran dedicarse plenamente a la investigación avanzada y la producción de conocimiento crítico independiente (Botero 2020, Caballero 2016).

Varios de los centros de investigación académicos y privados, por ejemplo, pese a su papel central en la formación de economistas y en la investigación aplicada, enfrentaron el desafío de equilibrar la participación de sus miembros en tareas de asesoría gubernamental con la misión académica de profundizar en la investigación económica y de asesorar y evaluar los procesos de diseño y formulación de políticas (Guiot 2023, Álvarez, Fajardo, Hurtado 2024).

Este escenario creó un vacío en la consolidación de una tradición investigativa fuerte y permanente que pudiera contribuir al debate económico global desde una perspectiva colombiana. La tendencia a priorizar la formación técnica y la aplicación inmediata y práctica de conocimientos en la esfera gubernamental relegó, en cierta medida, la importancia de desarrollar una base sólida de investigación económica que pudiera sustentar a largo plazo la formulación de políticas más informadas y contextualizadas (Kalmanovitz 2023).

La reflexión sobre este periodo sugiere la necesidad de reevaluar el equilibrio entre las demandas gubernamentales de experticia económica y el desarrollo de un sector académico robusto que no solo alimente al gobierno con análisis y recomendaciones políticas, sino que también contribuya al cuerpo global de conocimiento económico (Villamizar 2023).

El desafío pendiente para Colombia radica en encontrar mecanismos que fomenten la retención de talento académico y promuevan la investigación económica avanzada dentro del país, garantizando así un diálogo continuo y fructífero entre la teoría económica y la práctica política (Álvarez, Fajardo, Hurtado 2024, Villamizar 2023).

EL DESAFÍO PENDIENTE PARA COLOMBIA RADICA EN ENCONTRAR MECANISMOS QUE FOMENTEN LA RETENCIÓN DE TALENTO ACADÉMICO Y PROMUEVAN LA INVESTIGACIÓN ECONÓMICA AVANZADA DENTRO DEL PAÍS, GARANTIZANDO ASÍ UN DIÁLOGO CONTINUO Y FRUCTÍFERO ENTRE LA TEORÍA ECONÓMICA Y LA PRÁCTICA POLÍTICA.

Reflexiones finales

El desarrollo de una tecnocracia pragmática en Colombia, marcado por una notable profesionalización de la práctica de la economía y la influencia decisiva de centros de pensamiento, representa un punto de inflexión en la gestión del desarrollo económico y político del país. Esta transición, apoyada por la colaboración internacional y la adopción de modelos educativos avanzados, destacó por su énfasis en un pragmatismo informado por una formación
académica de alto nivel. La tecnocracia colombiana, tal como se refleja en los esfuerzos de la Administración de Carlos Lleras Restrepo y en la formación impartida por instituciones académicas así como en la emergencia de centros de análisis económico, buscó equilibrar la rigurosidad técnica y la aplicabilidad práctica de sus políticas y análisis.

La pretensión de esta tecnocracia de mantenerse independiente de la influencia política directa es un testimonio de su dedicación al pragmatismo. Este enfoque pretendía asegurar que las decisiones de política económica estuvieran basadas en el mérito técnico y la evidencia, más allá de las conveniencias políticas o ideológicas del momento. Sin embargo, esta misma independencia ha presentado desafíos significativos para la tecnocracia en términos de legitimidad y aceptación pública de sus contribuciones al desarrollo del país.

Al buscar posicionarse fuera del debate público más amplio y del involucramiento directo con el ejercicio de la política, la tecnocracia se enfrenta a la paradoja de promover políticas de desarrollo económico que, aunque técnicamente sólidas, pueden percibirse como distantes o desconectadas de las preocupaciones y aspiraciones de la población general. Este alejamiento del debate político y público más amplio puede limitar la capacidad de la tecnocracia para comunicar efectivamente el valor y la relevancia de sus análisis y recomendaciones, reduciendo así su impacto potencial en la formulación de políticas orientadas hacia el bienestar social y el desarrollo inclusivo.

En retrospectiva, la experiencia de Colombia resalta la importancia de encontrar un equilibrio entre el pragmatismo técnico y la participación activa en el proceso político y social. La tecnocracia, para maximizar su contribución al desarrollo nacional, debe esforzarse por integrar su experticia técnica dentro del marco de un diálogo público más amplio, moviendo así políticas que no solo sean técnicamente viables, sino también socialmente pertinentes y políticamente factibles.

El desafío pendiente para la tecnocracia en Colombia y en contextos similares es reevaluar su posición dentro del espectro político y social, involucrarse de manera más efectiva en el debate público. Al hacerlo, puede fortalecer su legitimidad y asegurar que sus valiosas contribuciones al análisis y la política económica sean reconocidas y valoradas en su justa medida, facilitando así el camino hacia un desarrollo económico y social más inclusivo y sostenible.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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