LOS EMPRESARIOS TENEMOS la obligación de construir optimismo y el mejor futuro para el país. En esa medida siempre estamos planteando alternativas a los retos que se nos presentan y el momento por el que estamos pasando nos motiva a estar en la primera línea de trabajo junto con otros líderes e instituciones. Debemos actuar en colectivo y pensar en la reactivación como un propósito nacional.

Colombia tiene que estar en modo reactivación, lo que significa acelerar planes de inversión, crear incentivos para la misma, competir exitosamente con las ofertas que están haciendo otros países para la inversión extranjera y acudir a la capacidad que tenga el Estado de generar gasto e inversión pública que apoye la dinamización.

El proceso se debe acompañar de medidas complementarias para que el país no tome mucho tiempo en alcanzar crecimientos altos y sostenidos. Se requiere de creatividad y audacia para crear las condiciones que nos permitan avanzar lo más rápido posible.

En esa medida, hay que dar pasos adicionales en temas de productividad, costo país, sostenibilidad ambiental, competitividad tributaria, condiciones logísticas y de infraestructura para atraer nuevas inversiones y lograr que las grandes empresas que están pensando relocalizarse, nos vean como una opción favorable.

Necesitamos aunar esfuerzos para contar con más información, mayores recursos y construir estrategias que mitiguen la situación actual tanto en lo económico como en lo social. En este propósito hay que hacer una apuesta grande por el aparato productivo como dinamizador de la economía. No debemos olvidar que el tejido empresarial es un pilar sobre el que está soportado el desarrollo económico y social del país.

Hay razones para ser optimistas y creer en la capacidad de las empresas. De hecho, los indicadores de finales de 2020 nos muestran tendencias que insinúan que llegaremos en un futuro próximo a datos positivos. Es muy importante que esto suceda para materializar la reactivación económica nacional.

En el corto plazo

Las políticas que implementa el Gobierno para la reactivación se deben acelerar, e incluir otras complementarias; esta es una carrera de largo aliento y desde ya hay que fijar muy bien los objetivos a corto, mediano y largo plazos.

El Conpes de reactivación económica, presentado recientemente, integra una serie de acciones que incluye a las empresas como dinamizadoras, ya que juegan un papel crucial para que Colombia pueda producir más empleos de calidad e ingresos para el Estado.

Dentro de las medidas a mediano y largo plazos cabe recordar algunas que la ANDI ha propuesto desde hace algunos años. La crisis se acentuó con la pandemia, pero no se debe olvidar que Colombia trae rezagos y problemas estructurales desde mucho antes y debe enfrentar reformas urgentes.

A mediados de 2020 presentamos la campaña “Apoyo a la empresa nacional” haciendo referencia a todas las compañías que invierten y crean empleos en Colombia. Como país nos enfrentamos a un escenario en el que muchas de las empresas que operan dentro del territorio nacional requieren del apoyo de toda la sociedad para mantener su viabilidad.

Esta propuesta contiene un decálogo con iniciativas para nuestro aparato productivo, busca promover el fortalecimiento de la industria y de las empresas de manera que se incentive el consumo de sus productos y servicios, y aumenten sus capacidades de competir en los mercados internacionales en el marco de la reconfiguración económica.

Las siguientes son las iniciativas:

1. Políticas de desarrollo sectorial y empresarial;
2. Programa de compras públicas;
3. Campaña de impulso a las compras nacionales;
4. Fortalecimiento de encadenamientos locales;
5. Plan de salvamento de empresas;
6. Liquidez y fortalecimiento financiero;
7. Defensa contra prácticas desleales de comercio;
8. Búsqueda de nuevas oportunidades;
9. Crear condiciones para nuevas inversiones empresariales;
10. Dinamización de proyectos existentes.

Políticas de desarrollo industrial / empresarial

En 2015 la ANDI le entregó al país la “Estrategia para una nueva industrialización” en la que hicimos un diagnóstico de las fallas estructurales y de mercado que impedían el desarrollo acelerado. Sirvió de bitácora para estructurar algunos programas de política pública y establecer una agenda de trabajo.

Posteriormente publicamos un segundo volumen, en el que hablamos de Colombia como “un país de oportunidades”, idea que consideramos sigue intacta.

La estrategia gira sobre una pregunta que ha sido central: ¿cuál ha sido el gran diferencial entre Colombia y países que contaban con niveles de desarrollo relativamente similares a nosotros en la década de los años 90 y que hoy claramente se encuentran en estadios significativamente más desarrollados?

La respuesta está en la presencia de la Política de Desarrollo Empresarial que han implementado. En la concurrencia de estados “proempresa” que hacen todo lo que esté a su alcance por poner en el centro de su estrategia la producción y venta de bienes y servicios que alimenten las cadenas de valor. Lo anterior, bajo el convencimiento de que todo el valor agregado de cualquier economía proviene de lo que produzcan y vendan sus compañías.

Aun economías de extrema izquierda lo han entendido. Solo los países que venden más al mundo producen valor agregado adicional que conduce al desarrollo. Por alguna razón incomprensible en Colombia, para muchos, el sector privado es el enemigo al que hay que atacar. Posición más equivocada. No es siquiera un tema ideológico, es una de las grandes torpezas nacionales, la de oponerse a la actividad empresarial.

Es por esto que indicamos unos temas prioritarios para alcanzar ese cometido como: incertidumbre jurídica; falta de competitividad tributaria; inflexible y onerosa estructura laboral; flagelo de la corrupción.

Al tiempo señalamos algunos sectores de gran potencial de crecimiento como: agroindustria; encadenamientos industriales globales; infraestructura; economía ambiental y circular; economía digital; e industria.

La población vulnerable, en el círculo de la reactivación

En la ANDI llevamos seis años desarrollando la estrategia de competitividad inclusiva que consiste en incorporar poblaciones y territorios vulnerables tradicionalmente excluidos de las dinámicas de crecimiento en nuestras cadenas de valor. Hemos logrado avanzar de manera significativa y hoy contamos con más de 200 empresas incluyentes trabajando en empleo, encadenamientos, compras o distribución, con poblaciones vulnerables.

Estamos convencidos del rol del sector privado como actor clave en la construcción de un país más equitativo, incluyente y reconciliado. Por esto, incentivamos a las empresas a que cada vez más integren los temas sociales al negocio.

Nuestra estrategia de competitividad inclusiva es la llave que utilizamos para abrir la puerta a que más y mejores empresas se conecten con las comunidades que tradicionalmente han estado excluidas de las dinámicas de crecimiento.

Las empresas son definitivas para mejorar las realidades de las comunidades. Nuestra labor apunta a generar una relación estable y duradera con estas poblaciones, involucrándolas en el ciclo productivo de las compañías.

Creemos que cuando las comunidades forman parte de las cadenas de valor de las empresas puntuales se crea un círculo virtuoso que beneficia a todos. Es decir, al sumarlas a las actividades de la empresa, el crecimiento de ambos se convierte en una meta conjunta.

Ahora, con la crisis migratoria de personas venezolanas al territorio colombiano, el sector privado se ha propuesto incorporar a este grupo dentro de los beneficiarios.

Seguimos totalmente convencidos de que Colombia atraviesa un momento histórico, en el que tenemos una oportunidad única para repensar y rediseñar el país que queremos, sumando a este gigantesco desafío incluir productivamente a la población venezolana.

Visión ambiental

Las empresas reunidas en la ANDI han sido pioneras en programas posconsumo. Hoy esta labor está reunida en el “Grupo Retorna” conformado por seis sistemas de recolección y gestión ambiental de residuos cuyos esfuerzos se enmarcan en dar cumplimiento al principio de Responsabilidad Extendida del Productor (REP).

Los resultados que se han logrado en términos de recolección y gestión de residuos han ido creciendo de manera progresiva, convirtiéndose en la primera iniciativa de modelo de colectivos constituida en América Latina y multicorriente a escala mundial. La principal orientación de este trabajo es convertir los residuos en recursos.

El “Grupo Retorna” cubre actividades de recolección, logística y educación y aprovechamiento y tratamiento de residuos en 30 departamentos.

De otra parte, hace cerca de dos años le dimos vida al programa Visión 30/30 de la ANDI. Tiene como meta la recolección y el aprovechamiento de envases y empaques de papel, cartón, plástico, vidrio y metal. El programa ha llevado estrategias a lo largo y ancho de todo el país, para identificar las formas más eficientes de lograr para 2021 la meta de recoger y aprovechar al menos el 10 % de los materiales puestos en el mercado.

Reactivación en un nuevo contexto social y económico

Debemos acelerar el trabajo en desarrollo sostenible como un eje vital en la reactivación. Desde el sector empresarial vemos en respuestas de tipo multisectorial con claros componentes de tipo social, económico y ambiental, alternativas para los desafíos que ha traído no solo la pandemia, sino otros que desde hace un tiempo vienen planteando acciones integrales. EC