Según Thomas Alva Edison, “un 1% de inspiración y un 99% de transpiración” explican el éxito y la genialidad de las personas. Y la gestora del arte y la cultura María Isabel Murillo Samper, más conocida en el ámbito del espectáculo como Misi, transpiraba música, teatro, cultura y arte por todos sus poros.

La debilidad de Misi eran los niños y por ello se las apañó para conjugar la música con la formación y el divertimiento. Para ello, primero optó por la educación preescolar en la Universidad San Buenaventura y luego se graduó en pedagogía musical en la Universidad Pedagógica Nacional. Sus primeras composiciones musicales, “pequeños gigantes” e “imagínate” hicieron las delicias de los infantes de la década de los 80. Pero, fue más lejos en su interés de involucrar a la niñez en su proyecto de vida, que pasaba por el pentagrama y fue así como le dio vida al coro infantil Timpanitos, un verdadero semillero de artistas.

Años más tarde diría que “siempre he vivido por un sueño al que le entregué mi vida” y el mayor de ellos, su obsesión, fue su proyecto insignia, la Escuela de Teatro Musical Misi, que lleva su impronta y la de su esposo Arturo Tovar, su coequipero. Desde 1988 se consagró con alma, vida y sombrero a la Escuela, a través de la cual se enseñan las artes escénicas a niños y adolescentes y le dio rienda suelta a su creatividad. Fue una convencida de que “todo el mundo sin excepción tiene una luz. Si tu luz no brilla por la parte artística, hay que encontrar por dónde es. Porque finalmente el éxito en la vida no es nada distinto a la capacidad de ser feliz”, como lo fue ella.

El célebre pintor Pablo Picasso era muy escéptico sobre la existencia de la inspiración, pero siempre abrigó la esperanza de que, si ella existía, cuando llegara lo encontrara trabajando. Y Misi fue en vida una trabajadora incansable, compulsiva, además de obstinada y perfeccionista. Ello le valió el merecido título de la Gran dama del Teatro musical.

Durante tres décadas Misi, tan prolífica y polifacética como fue, puso en escena más de 35 musicales, 19 originales, 11 de niños y 9 de repertorio universal, entre los que se destacan la primera versión autorizada en español de ‘West Side Story’, producción que fue mencionada por Arthur Laurents en su autobiografía; ‘Jesucristo superestrella’, de Andrew Lloyd Webber; el primer musical de Disney Theatricals en Colombia, ‘Aladdin’, y el primer Rodger’s and Hammerstein: ‘La novicia rebelde’.

En medio de sus trajines y afanes, no fue ajena al clima de polarización que vive el país y al respecto nos legó una reflexión: “yo creo que mientras todos los colombianos y los seres humanos no entendamos que el cambio está en cada uno de nosotros y en la suma de todos unidos no habrá un real cambio. Mientras haya un culpable y uno a quien señalar, no lograremos confluir hacia la unidad”.

Pero, como todo principio tiene su final, a sus 61 años, en la flor de su segunda juventud, el corazón de Misi dejó de latir al término de la función de estreno de su obra fulgurante 30 años de navidad, puesta en escena en el Teatro Roberto Arias Pérez de Colsubsidio en Bogotá el pasado 23 de noviembre. El majestuoso espectáculo había concluido, cuando ella saltó al escenario, tomó el micrófono y fue llamando uno por uno a quienes integraban con ella el equipo de Misi Producciones para presentárselo al público que aplaudía a rabiar, cuando súbitamente se desplomó.

Quienes asistimos a este inicio de temporada de la magnífica obra, en compañía de nuestras familias, nunca pensamos que asistíamos también a la despedida de su creadora, como ella lo hubiera deseado, en el tablado, ovacionada por el público que la quería y la admiraba. , tal vez interpretando lo que muy seguramente habría dispuesto la propia María Isabel, determinaron que el espectáculo debía continuar y así fue, esta vez sin ella, quien dejó un vacío enorme.

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