EN LOS ÚLTIMOS AÑOS SE HA GENERADO un aumento en la conciencia pública global sobre la importancia de reducir las emisiones de gases efecto invernadero, de definir políticas públicas en torno al cambio climático, de la mitigación del riesgo de desastres naturales y propender por utilizar fuentes de energía más limpias y sostenibles. Esto ha provocado un auge de la inversión en tecnologías como la solar, la eólica y la eléctrica.

La industria y los medios de comunicación promueven a menudo la transición energética como una oportunidad de negocio, sin embargo, es importante recordar que esa transición es esencial para abordar los impactos del cambio climático y garantizar una sociedad más sostenible. Por consiguiente, más que de una corriente pasajera, se trata de una necesidad urgente. Por otra parte, se ha señalado que la economía colombiana depende ampliamente del extractivismo para obtener regalías, tributos y empleos; vista en términos del PIB representó entre el 8 % y el 14 % para el periodo 2005 y 20192.

Adicionalmente, se insiste en que los costos de llevar el abastecimiento energético hacia fuentes renovables pueden ser cuantiosos e incluso difíciles de determinar, aunque el CONPES 4075 de 2022 prevé la destinación de $306.378 millones e impulsar inversiones privadas por $283 billones, entre 2022 y 2028. Como aporte de contraste al debate sobre la transición energética, presentamos tres considerandos que muestran la necesidad de que Colombia siga avanzando en el camino de la utilización de energías más limpias, la mayor eficiencia energética y la sostenibilidad económica.

Colombia y el desarrollo sostenible mundial De acuerdo con el Banco Mundial3, en 2020 Colombia emitía sólo el 0,4 % de gases efecto invernadero (GEI), del total mundial. Por su parte los países que más emisiones reportan en los últimos cinco años representan el 53,4 % de GEI mundial; grupo que incluye a Japón que sólo emite el 2,5 %. Esto muestra que los 214 países que emiten relativamente poco, pesan un 48 % en las emisiones mundiales por lo cual el argumento de tamaño no puede ser aceptable.

❯ Colombia debería aportar en su escala a un desarrollo mundial sostenible; sin embargo, se destaca que entre 2016 y 2020 el país navega en contravía a las tendencias de la OCDE y América Latina.

En otras palabras, Colombia debería aportar en su escala a un desarrollo mundial sostenible; sin embargo, se destaca que entre 2016 y 2020 el país navega en contravía a las tendencias de la OCDE y América Latina, aumentando sus emisiones. Esto, sin desconocer que China con el 28 % de emisiones, tampoco parece estar comprometida.

Por otra parte, la matriz energética de Colombia no es tan limpia como podría pensarse si sólo se ve desde la producción de electricidad que sí es mayoritariamente renovable con 84 % de generación hídrica y no convencional en 20224. Sin embargo, el 77 % de la oferta energética nacional para el mismo año se cubrió con fuentes fósiles (carbón, petróleo y gas natural) 5 .

Adicionalmente, la misma matriz eléctrica puede ver afectada su composición dependiendo de la hidrología y de las tecnologías que integren la oferta energética futura, si la política de transición energética no se consolida. Sectores como el transporte y el agropecuario también deben sumar esfuerzos en esta tarea.

Cumplir compromisos ambientales

El país ha participado y ratificado más de quince tratados internacionales en materia ambiental entre los que se encuentran, específicamente relacionados con el tema de la transición energética, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (1994), el Protocolo de Kioto (2000) y el Acuerdo de Cambio Climático de París (2018).

Además, impulsó la Iniciativa de Energías Renovables de América Latina y el Caribe, fue reconocido como campeón global en el diálogo de alto nivel de energía que realizó la ONU en 2021 e incluso proyecta alcanzar la carbono neutralidad a 2050.

En este siglo se han impulsado varias disposiciones para avanzar en la transición energética entre las que figuran la Ley 697 de 2001 de eficiencia energética, la Ley 788 de 2002 de Incentivos a Mecanismos de Desarrollo Limpio, la Ley 1715 de 2014 de integración de energías renovables no convencionales al sector eléctrico la Ley 1931 de 2018 que establece directrices para la gestión del cambio climático, la Ley 1964 de 2019 que promueve el uso de vehículos eléctricos, la Ley 2169 de 2021 para el desarrollo bajo en carbono, y la Ley 2099 de 2021 para la transición energética. A nivel institucional, aunque se ha avanzado en el desarrollo de planes integrales de gestión de cambio climático en los ministerios, especialmente los de minas y energía y de transporte, se advierte que la mayoría de proyectos específicos para reducir la emisión de GEI en cada sector están a cargo del sector privado y otras entidades nacionales y territoriales.

Colombia no sólo debe cumplir los compromisos adquiridos sino acatar y desarrollar el marco jurídico existente, alinear incentivos gubernamentales, afinar la regulación de los sectores, condicionar los subsidios, luchar contra la deforestación y cumplir los planes de chatarrización, entre otros programas, lo que permitirá que se constituya en un verdadero ejemplo de transición energética.

❯❯ La industria y Los medios de Comunicación Promueven A menudo la Transición Energética como Una oportunidad De negocio, Sin embargo, Es importante Recordar que Esa transición Es esencial para Abordar los Impactos del Cambio climático Y garantizar una Sociedad más Sostenible.

Importancia para la salud pública

Existe una relación directa entre una matriz energética con altos componentes contaminantes derivados de la combustión en refinerías, calderas, plantas de energía y vehículos, con sus efectos negativos sobre la calidad del aire y la salud de la población. Entre estos impactos se destacan las infecciones respiratorias agudas, que causan alta morbilidad a nivel mundial, principalmente en grupos sensibles como niños menores de cinco años y adultos mayores.

❯❯ Colombia debe continuar por este camino que emprendió hace más de 20 años, logrando un sólido desarrollo normativo y una definición clara de políticas públicas.

Según datos de IQAir, cada año mueren siete millones de personas por la contaminación del aire y miles de millones sufren los efectos de la mala calidad del aire6. En 2019 murieron 2.320 personas por enfermedad respiratoria asociada a la contaminación de Bogotá7.

En las grandes ciudades del país los contaminantes atmosféricos están comúnmente por encima de los límites permisibles e incluso en 2022 Bogotá y Medellín se encontraban en los lugares 1613 y 1503, respectivamente, entre las más de 7300 ciudades monitoreadas por IQAir, con niveles de contaminación de 3 a 5 veces superior a las directrices de la OMS8. Por su parte, Bogotá es pionera en declarar la emergencia climática y ha formulado planes para mejorar la calidad del aire con una transición energética centrada en el transporte público, comercio e industria, donde se identifica que las fuentes móviles (transporte y maquinaria) producen el 50 % de las emisiones básicas9 de contaminantes PM2.5 y la industria el 11 %10. Sin duda, mejorar la calidad del aire es una variable esencial a la hora de hacer planeación energética para un futuro sostenible que Colombia no puede ignorar.

Conclusiones

Es evidente que Colombia debe continuar por este camino que emprendió hace más de 20 años, logrando un sólido desarrollo normativo y una definición clara de políticas públicas. Teniendo tan cerca el 2030 y tomando en cuenta los reveses en el volumen de emisiones de GEI, hay temas por ajustar en materia de compromisos institucionales, regulación y articulación. Colombia, sin duda tiene potencial para no depender de rentas extractivistas, ya que los mayores aportantes al PIB nacional en los últimos 10 años son los sectores comercio (17,3 %), administración pública y defensa (14,5 %) e industria manufacturera (11,6 %)11 . El turismo y la biodiversidad, por ejemplo, son sectores aún por aprovechar en mayor grado. El país cuenta con cerca del 14 % de la biodiversidad del planeta y hace parte de los países megadiversos12. Un análisis costo beneficio de la transición energética no puede dejar de lado las innumerables oportunidades económicas que tendría para el país, como se describe a continuación:

❯❯ Mejorar la calidad del aire es una variable esencial a la hora de hacer planeación energética para un futuro sostenible que Colombia no puede ignorar.

Referencias Bibliográficas

• Alcaldía mayor de Bogotá D.C., Secretaria de Ambiente. Plan Aire Bogotá 2030.
• BancoMundial. https://data.worldbank.org/indicator/EN.ATM.GHGT.KT.CE?most_recent_value_desc=true.
• Dane. Producto Interno Bruto. Valor agregado por actividades económicas- Base 2015. 12 agrupaciones - Secciones CIIU Rev. 4 A.C.
• IQAir. https://www.iqair.com/es/about-iqair.
• Ministerio de Relaciones Exteriores. https://www.cancilleria.gov.co/internacional/politica/ambiental.
• Upme. Balance energético colombiano. 2022.
• XM S.A. E.S.P.. https://informeanual.xm.com.co/08-con-pasion-le-cumplimos-a-colombia/index.html.

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