A PRINCIPIOS DEL SIGLO ACTUAL IMPERABA EL PATRÓN ORO en todas las grandes naciones, (salvo en China), y en casi todas las pequeñas. Los orígenes de este patrón se remontan a dos mil años y no obstante haber existido en forma rudimentaria en varios países durante siglos, en Inglaterra no apareció como sistema ordenado sino hasta hace ciento veinte años.

Durante el siglo XIX el mundo experimentó extensivamente, además del patrón oro, distintos modelos monetarios, incluyendo el de la plata, el del bimetalismo con diferentes porcentajes de plata, el patrón doble y otros varios fundamentados en el papel moneda. De esta “batalla de los patrones”, en la que todos fueron sometidos a distintas pruebas, surgió victorioso el patrón amarillo, quedando así universalmente proclamado el oro como el rey de los metales.

Muchas personas se dieron cuenta de que este patrón estaba lejos de haber alcanzado la perfección y de que, si bien durante años había resultado el más estable de todos, no constituía el sistema ideal, porque en ciertas épocas el valor del oro no alcanzaba la deseada estabilidad. Pero su desarrollo databa de siglos, lo que hizo pensar que lo que más convenía para el futuro no era procurar su derogación sino intentar su perfeccionamiento.

DECAIMIENTO DEL PATRÓN ORO DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL
A lo largo de la primera guerra mundial y en los años que inmediatamente la siguieron, el patrón oro se derrumbó en casi todos los países; en los que habían sido beligerantes se adoptaron toda clase de patrones monetarios, incluso los de papel moneda depreciado. Salvo escasas y temporales excepciones, no se cosecharon más que fracasos; así en cuanto la tarea de reconstrucción económica se consideró suficientemente adelantada, el mundo volvió al oro; en 1929 estaba readoptado en 40 países.

Los efectos económicos de la guerra estaban aún sin liquidar durante el decenio 1920-1930. Muchos países se hallaban en un estado de profundo desequilibrio, porque sus programas de reconstrucción económica resultaban eminentemente nacionalistas y porque las finanzas de sus gobiernos se hallaban en situación precaria. En 1929 el mundo civilizado sufrió una crisis económica de mayor intensidad que todas las experimentadas hasta entonces. Fue bajo la presión de esta crisis que el débil patrón oro, recientemente restablecido, se derrumbó de nuevo en el mundo. Australia y Argentina fueron los primeros que lo abandonaron; Gran Bretaña suspendió los pagos en oro en septiembre de 1931; los siguieron inmediatamente los países escandinavos, Canadá, India, Japón y México; el turno de los Estados Unidos llegó en 1933 y el de Francia en 1936.

En EE. UU. rigió el patrón de papel moneda desde 1933 hasta 1934, en cuya fecha adoptamos un nuevo patrón oro basado en la disminución del 41 % del contenido oro de nuestra unidad monetaria. Este débil patrón oro es el que aún rige y constituye la única excepción en el mundo, ya que todos los de los otros pueblos no son sino patrones de papel moneda.

Nadie espera que se pueda llevar a cabo una reconstrucción monetaria mientras dure la guerra, pero si deseamos ganar la paz debemos estructurarla desde ahora, teniendo presente que uno de los problemas más importantes del resurgimiento de la postguerra lo constituye el patrón monetario. Este problema tratarán de resolverlo en términos generales dos escuelas diferentes las que, a su vez, se hallan también subdivididas: la del papel moneda controlado y la del patrón oro.

LA ESCUELA DEL PATRÓN PAPEL MONEDA
Esta escuela propondrá la creación de una unidad monetaria emitida por un organismo gubernamental bajo un sistema en el que el volumen del circulante sea manipulado por este organismo, de acuerdo con las oscilaciones del índice de precios de un producto determinado. El principal objeto de esta manipulación consistirá en mantener en el país un nivel general de precios estable. El tipo del patrón previsto no tendrá carácter internacional sino nacional y sus funciones, en vez de automáticas, serán principalmente humanas.

Aun cuando un fondo constituido por oro pueda ser utilizado por las autoridades monetarias en calidad de instrumento regulador de la moneda, el oro en sí no constituirá un patrón. Cada país tendrá su propio patrón papel moneda, relacionando los precios de las mercancías según la tasación que de su respectiva importancia y de la economía de cada Estado practique cada Gobierno. Bajo un sistema así concebido, es obvio que los países no lograrán estabilizar los cambios internacionales que estos variarán independientemente y que la estabilidad de estos cambios será vencida por el esfuerzo para mantener en un nivel estable los precios internos.

LA ESCUELA DEL PATRÓN ORO
Recomienda esta escuela un sistema de carácter más bien internacional que nacional, merced al cual todo el mundo tendrá una base monetaria, el oro, y en el que cada país tendrá un mismo tipo fijo de cambio en relación con las demás monedas. Aun cuando también prevé que la dirección de las monedas sea ejercida por los bancos centrales, esta dirección jugaría un papel secundario, porque el manejo del sistema habría de ser fundamentalmente automático. Tal como aconteció en la pasada era del patrón amarillo, los niveles de precios de las mercancías expresarían en todo el mundo la tendencia a elevar el valor del oro en los mercados cuando la provisión total de oro amonedado aumente en relación con la demanda y a bajar cuando esta provisión disminuya.

¿Cuál de las dos escuelas monetarias imperará durante el período de reconstrucción que sucederá al final de la guerra? El espacio limitado de este artículo nos impide discutir el pro y el contra de la pregunta. Nos limitaremos, por consiguiente, a plantear con brevedad las principales razones que nos impulsan a creer en el triunfo de la escuela del patrón oro.

NECESIDAD DE UN PATRÓN MONETARIO QUE INSPIRE CONFIANZA
La primera razón de peso que decidirá al mundo a desear el retorno al patrón oro, en vez de hacer nuevos experimentos con los patrones de papel moneda, está constituida por motivos de confianza, factor principal para el establecimiento de normas de política monetaria. Después de esta guerra, como sucedió después de la anterior, todos los pueblos desearán alcanzar una estabilidad económica y política; estarán cansados de la inflación del papel moneda, y de los esfuerzos de los gobiernos por controlar precios y salarios por medio de patrones de papel moneda inconvertible.

Dadas estas circunstancias volverán los ojos hacia el oro que les dio antes de la guerra el mejor patrón monetario conocido que ha constituido, generación tras generación, la mercancía de más fácil cambio mundial y que ha representado para la humanidad la reserva de mayor valor fundamental. El deseo de poseer oro siempre ha existido y está respaldado por siglos de experiencia. La expresión de Charles Dickens “tan sólido como el oro”, quiere decir que este metales lo mejor que existe en el mundo. Cuando termine la guerra será imposible encontrar otro patrón monetario que resulte de más fácil compresión y que pueda absorber más rápidamente la confianza pública.

RESISTENCIA DEL PATRÓN ORO A LA CONFIANZA FISCAL Y POLÍTICA
Una segunda razón, estrechamente relacionada con la primera, la constituye el hecho de que el patrón oro ofrece mayor resistencia a la explotación fiscal y política que los otros patrones ideados hasta hoy. Su funcionamiento es más automático que el de cualquier patrón moneda de los experimentados hasta ahora y ante una amenaza de derrumbe económico es el que con más rapidez y claridad señala los peligros futuros. Un patrón oro se puede romper por un esfuerzo demasiado violento, pero los patrones papel moneda se cimbran sutilmente y, ¡hay que ver hasta qué punto son capaces de hacerlo!

Sobre la base de lo que son la política y la naturaleza humana, cualquier gobierno demócrata que tratase de controlar el nivel de los precios, así como preconizan los que apoyan los patrones controlados de papel moneda, se encontraría sujeto a una enorme y continua presión, en la que las tentativas para lograr una administración científica y objetiva de estos patrones, se estrellaría contra las rocas que circundan el campo de la política.

La historia reciente del mundo describe infinidad de movimientos políticos inspirados en el propósito de poner en práctica planes monetarios peligrosos. Ningún país se ha visto sometido a tantos bombardeos de planes monetarios como los Estados Unidos. Muchos de esos planes han sido adoptados por nuestro gobierno.

Citaremos como ejemplo nuestros experimentos de 1862 a 1879 relativos a los greenbacks (los billetes constituían la única moneda legal), nuestra absurda legislación sobre plata durante los últimos 25 años del siglo pasado y la enorme cantidad de leyes monetarias de 1933 y 1934, incluyendo la Ley llamada “Thomas”.

EL ORO Y LOS INTERESES DE LAS PRINCIPALES NACIONES UNIDAS
Una tercera razón para retornar al patrón internacional está constituida por la gran cantidad de oro que reunirán las tres principales naciones al terminar la guerra; para esa época casi todo el oro amonedado estará en poder de los Estados Unidos, el Imperio Británico y Rusia, siendo, dentro de sus territorios, donde se continuará obteniendo la mayor parte del metal amarillo que se produce en el mundo.

La utilización del oro para fines monetarios seguirá constituyendo la parte más considerable de la demanda aurífera mundial. Si se abandonase el patrón oro internacional cesaría esta demanda y se reduciría el valor de los tres países citados, causando serios trastornos en sus industrias auríferas. No hay duda de que esto representa una razón egoísta para retornar al patrón oro, pero con toda probabilidad es la que más pesará al fijar la política monetaria de la postguerra.

EL ORO: ÚNICO PATRÓN INTERNACIONAL EN PERSPECTIVA
Una cuarta razón para el retorno al patrón oro reside en el hecho de que este metal representará, durante mucho tiempo, el único patrón internacional en perspectiva. Si al final de la guerra queremos acabar con nuestro fatal nacionalismo económico, si queremos tener un sistema eficaz de comercio y finanzas internacionales y si deseamos poner en práctica la Carta del Atlántico, será necesario que los principales países tengan un patrón monetario común, que solo puede ser el patrón oro.

El principal problema monetario de la postguerra no consistirá en crear docenas de patrones independientes, no solo en el punto de vista nacional como político, sino en restablecer el patrón oro internacional en forma insuperable.

Esta breve defensa del oro se puede terminar citando un párrafo del informe presentado por el famoso Comité McMillan, compuesto de eminentes economistas y financieros británicos, poco antes del abandono del patrón oro por Inglaterra: “Quizá no exista un objetivo de mayor importancia en el campo de la técnica humana que el de lograr que el mundo establezca un sistema monetario sólido y científico; pero no habrá esperanza de que el sistema monetario progrese a menos que se prosiga la evolución del patrón oro”.

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